Con su llegada a la secretaría de Organización del PSOE, Marcelino Iglesias exhibirá en su currículum político un récord absoluto, el de ser el presidente que más legislaturas ha estado al frente del Ejecutivo aragonés, tres, y el de haber logrado, con un Gobierno de coalición, la más larga etapa de estabilidad institucional en la Comunidad.

Iglesias será el sustituto de Leire Pajín al frente de la secretaría de Organización del PSOE, con lo que cambia radicalmente de destino y entorno políticos.

Iglesias nació el 16 de abril de 1951 en Bonansa (Huesca), un pueblo pirenaico del que fue alcalde, situado en la Comarca de La Ribagorza, en el extremo más oriental de la Comunidad, en el que en la actualidad hay censadas apenas cien personas. Allí se habla catalán, la lengua materna del presidente y que él usa en público siempre que tiene ocasión.

Hasta su aterrizaje en la política, en 1983, trabajó en una granja familiar, fue instructor de esquí en el Valle de Arán (Lérida) y regentó negocios turísticos en la zona.

Fue presidente de la Diputación de Huesca entre 1987 y 1995 y desde ella se convirtió en un gran impulsor del turismo rural y propugnó el fomento de la inversión en los espacios naturales, siempre bajo el paraguas del desarrollo sostenible.

Tras las recientes y no poco polémicas Primarias celebradas por el PSOE para designar a algunos candidatos, hay que recordar que Iglesias llegó a ser candidato a la presidencia de Aragón tras convocarse este proceso, en abril de 1998.

No ganó las elecciones autonómicas de junio de 1999, en las que el PP resultó vencedor, pero fue capaz de pergeñar un pacto inédito con el Partido Aragonés (PAR), socio tradicional hasta la fecha del Partido Popular.

Ese pacto le dio la presidencia de la Comunidad tras una larga negociación y abrió la puerta a doce años de estabilidad institucional, el valor que Iglesias más destaca siempre que se le pregunta por el balance del gobierno que ha presidido, siempre con José Ángel Biel, presidente del PAR, como vicepresidente.

Pero además, Iglesias se siente orgulloso de su lucha contra el trasvase del Ebro propuesto por José María Aznar el año 2000, de haber propiciado la reforma en profundidad del Estatuto de Aragón e impulsado la vocación logística de la comunidad y de haber acumulado un crecimiento del 30% en el PIB aragonés.

Justo quince días después de finalizada la Expo Internacional de Zaragoza, en septiembre de 2008, Iglesias eligió una emisora de radio para anunciar por sorpresa que no se presentaría a la reelección a la presidencia del Gobierno, rechazando la posibilidad de encabezar el Ejecutivo por cuarta legislatura consecutiva.

Pareció que esta decisión iba a relegarlo a un segundo plano en la política, pero con su nombramiento como secretario de organización su figura política se catapulta a nivel nacional.

Iglesias apostó por una sucesión tranquila, con la secretaria de Estado de Educación, Eva Almunia, para sucederle como candidata en Aragón, un proceso que ha cerrado sin que se desataran tensiones entre los socialistas aragoneses, tradicionalmente propensos a peleas y cismas internos.

El presidente aragonés, que se define como un socialista "moderado", "optimista" y "tolerante", es comedido con la palabra en la tribuna y rechaza polémicas y tensiones, lo que le ha hecho ganarse las críticas constantes de la oposición por su falta de pulso reivindicativo ante el Gobierno de Madrid.

Su nueva responsabilidad en el partido revela que las relaciones con el Ejecutivo de Zapatero eran más fluidas de lo que ha denunciado la oposición.