Trabajo, trabajo y trabajo. Ese parece haber sido el lema de la primera mujer que ha desempeñado la vicepresidencia primera del Gobierno de España, la diputada por Valencia María Teresa Fernández de la Vega, y de la que, tras seis años en el cargo, José Luis Rodríguez Zapatero ha decidido prescindir.

El nombramiento de María Teresa Fernández de la Vega para esa responsabilidad en 2004, que llevaba aparejada la tarea de portavoz del Gobierno, fue una auténtica sorpresa y un símbolo de la apuesta por la paridad a la que el presidente se había comprometido.

No era una desconocida porque había desempeñado ya puestos de relevancia en los gobiernos de Felipe González, como el de secretaria de Estado de Justicia, y había formado parte del núcleo duro del grupo socialista del Congreso en la última legislatura con José María Aznar al frente del Gobierno.

En pocos meses se ganó a gran parte de la opinión pública, y desde entonces ha sido uno de los miembros del Ejecutivo más valorados en las encuestas pero también de los más temidos por algunos altos cargos del Gobierno.

Sus llamadas al orden, cuando no auténticas reprimendas, en las reuniones semanales con los subsecretarios y secretarios de Estado han trascendido en más de una ocasión.

Como coordinadora de la acción de los Ministerios ha sido la cabeza visible del Gobierno ante cuestiones tan dispares como las gestiones para la liberación del pesquero español "Alakrana" en aguas del Índico, las medidas preventivas ante la amenaza de la gripe aviar o la ayuda española a consecuencia de catástrofes como el terremoto en Haití.

Encargada de manejar las difíciles relaciones del Ejecutivo con el Vaticano, ha sido también junto al propio Zapatero quien ha abanderado la lucha por la igualdad.

Una sucesión de tareas que le ha llevado a hacer horas extras y a que la luz de su despacho fuera una de las últimas que se apagaran en muchas ocasiones en el Complejo de la Moncloa.

Ayer se lo ha reconocido el propio Zapatero en la rueda de prensa en la que ha comunicado la remodelación ministerial al hacer hincapié en que ha trabajado "día y noche" para cumplir su tarea.

Ahora le espera otro cometido, el Consejo de Estado, y para formar parte de esta institución renunciará a su escaño en el Congreso y pasarán a la historia los cara a cara de los miércoles con la portavoz del grupo popular, Soraya Sáenz de Santamaría.

Nacida en Valencia en 1949, por esta provincia encabezó la lista del PSOE en las elecciones generales de 2008. Era uno de los escasos supervivientes del primer Gobierno de Zapatero junto a Miguel Ángel Moratinos, Elena Espinosa y Elena Salgado.

Ahora sólo esta última mantiene ese "título".

Hacía tiempo que el nombre de "la vice" (como todo el mundo de su entorno la denominaba) era incluido en las quinielas que apuntaban a una remodelación ministerial y ella había tenido que salir al paso de las mismas para asegurar que no estaba cansada de su cometido, que seguía trabajando con ilusión y que contaba con el apoyo de Zapatero.

Pero en muchas ocasiones comentó que todos los cambios deberían ser vistos con normalidad y subrayó que todo el mundo tenía que asumir que, en un cargo de las características del suyo, un día determinado ha de llegar la salida.

Para ella, ese día ha sido hoy. Se marcha con la convicción de que puede considerarse una persona privilegiada y de que no le costará dejar de mandar. Al menos, como confesó en alguna entrevista, le costará mucho menos que dejar de fumar.