Cumplido el trigésimo aniversario del 23-F cabe preguntarse cuántas zonas permanecen oscuras en la intentona golpista de 1981. Según el Rey Juan Carlos, ninguna; según Felipe González, muchas. Optemos por un término medio de sombras, al que este 30º aniversario ha podido añadir alguna más. Alfonso Guerra, que siempre ha sido más bien republicano, declaró hace unos días que hay que conocer las grabaciones de aquella tarde-noche, que fueron ordenadas por Francisco Laína, entonces director de la Seguridad del Estado y máxima autoridad civil durante el Golpe, como presidente de la Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios.

El propio Laína ha respondido a Guerra con que ahí no hay nada que hallar, es decir, que si alguien espera grabaciones de la Zarzuela y palabras exactas del rey acerca de las dudas que hipotéticamente pudo tener, no existe registro. Como tampoco existe en cuanto a las conversaciones que Juan Carlos mantuvo antes del 23-F con el general Alfonso Armada, en Vaqueira Beret o en Madrid. El rey esperaba algo de quien había sido su preceptor, y prueba de ello es que unos días antes del golpe lo había promovido como segundo Jefe del Estado Mayor del Ejército (JEME), ya que el ministro Gutiérrez Mellado y el primer JEME, el general Gabeiras, tenían cortocircuitada, a veces con violencia, su comunicación con los altos mandos militares. Si el rey esperaba que Armada solamente pusiera paz en el Ejército y acallara el ruido de sables, o confiaba en él para un plan de mayor alcance (la "operación De Gaulle", basada en el "informe Ollero") pertenece a la mencionada zona de sombras.

La otra parcela oscura, la principal, según Laína, corresponde a la actuación de Cesid y sus espías, pero tal vez no exista documentación al respecto: el Centro Superior de Información de la Defensa era entonces un ente descabezado y de reinos de Taifas, en el que grupos operativos diversos, alguno en contacto directo con la CIA, actuaban sin comunicación orgánica.

Ahora, a los 30 años de todo aquello, Laína acaba de recibir la medalla al Mérito Constitucional, junto a los miembros vivos de aquella Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios que se constituyó durante 18 horas en el máximo poder gubernativo del Estado, dado el secuestro del Gobierno de Suárez y de los diputados en el hemiciclo. Treinta años son muchos para reconocer una labor. De hecho, varios de aquellos integrantes del Gobierno interino ya han fallecido, y, por ejemplo, fue la escritora Carmen Posadas quien recogió la medalla otorgada póstumamente a su marido, Mariano Rubio. Otra consecuencia de dejar pasar tanto tiempo es que Mariano Rubio, o Arturo Romaní, pudieron ser héroes del 23-F, pero la vida se les complicó después en los tribunales, merced a los casos Ibercorp o Banesto, respectivamente.

Y en ese marco recibió la medalla Laína, actor esencial del contragolpe y protagonista directo de varios capítulos del grueso libro de aquella tarde-noche. A Laína le advierte muy pronto Sabino Fernández Campo de que Armada está implicado, lo cual es indicio de que el rey, o bien se había equivocado de lleno al nombrarle segundo JEME tan sólo unos días antes, o de que sabía que el general se estaba moviendo para buscar soluciones a la problemática España de aquellas fechas. Sin embargo, la irrupción de Tejero en el Congreso había sido algo inesperado y trágico.

Más aún: Armada es enviado al Congreso por orden de Gabeiras y de la propia Zarzuela, que le dice que vaya a título personal -circunstancia sorprendente- para parlamentar con Tejero. ¿Cuál era la misión exacta de Armada? ¿Hacerle ver a Tejero que la cosa no consistía en entrar dando voces y pegando tiros en el hemiciclo, sino una operación más sutil, ya frustrada en aquel momento? Volvemos a la "operación De Gaulle", o salto hacia un gobierno de concentración nacional, aunque discutiblemente constitucional, pese al "informe Ollero", que si está en algún lugar es en los archivos de la Zarzuela, pero cerrado a cal y canto.

"A título personal"

Volviendo a la noche de autos, resulta que Armada es enviado al Congreso, pero cuando sale resuena la palabra fracaso. ¿Tejero lo ha estropeado todo? El caso es que La Zarzuela había enviado al general de División a Congreso, aunque bajo la confusa consigna de "a título personal", pero a su salida Sabino Fernández Campo sugiere a Laína que le detenga y el presidente interino no ve la manera de intervenir como autoridad civil en el arresto de un militar.

Evidentemente, el testimonio de Laína, que primero recibe noticia de la implicación de Armada, pero después le ve acceder al Congreso, y a continuación es requerido para su detención, suma algunas sombras acerca del papel verdadero de quien había sido preceptor, secretario general de su Casa y persona cercanísima al rey. Que Juan Carlos llorara al escuchar la cinta que el 24-F le puso Laína en la reunión vespertina de la Junta de Defensa Nacional revela asimismo que, o el rey de desploma ante el supuesto doble juego de Armada, o que, con borbónico instinto de supervivencia, comprende que ha de haber un cabeza de turco, o cortafuegos. Treinta años y alguna sombra más.