El juez Baltasar Garzón ha asegurado hoy tener una "idea muy aproximada" de cuál será su final según "se van sucediendo los acontecimientos", pero ha advertido que está "preparado para ese momento" y que seguirá "siendo magistrado aun cuando a partir de un determinado momento deje de serlo".

Así lo ha expresado Garzón durante la presentación del libro "La fuerza de la razón", en la que el magistrado ha hablado de "despedida" y en la que ha reconocido que "cabe la posibilidad de ser suspendido como juez".

"Si juez estrella es que hoy estéis aquí todos conmigo, apoyándome y arropándome, es porque yo quería, y es verdad y tengo que reconocerlo, que mi contacto y que incluso mi despedida para aquellos que no veo más, no fuera en una sala de justicia sino en una sala de columnas", ha dicho Garzón al público, entre el que se encontraban compañeros de la Audiencia Nacional como Santiago Pedraz, Ángela Murillo, Teresa Palacios y Alfonso Guevara, el ex dirigente comunista Santiago Carrillo y el diputado de IU Gaspar Llamazares.

Ha revelado así que una de las acusaciones "más duras" que ha recibido a lo largo de su carrera es la de ser juez "estrella" y tener afán de protagonismo, y ha insistido en que él es un "puro peón, un obrero de la justicia".

Garzón, suspendido temporalmente de sus funciones como juez de la Audiencia Nacional, ha insistido en que aún es magistrado y eso es lo que seguirá "siendo aun cuando a partir de un momento determinado deje de serlo".

"Todavía hoy no sé bien por qué estoy aquí y dónde voy a acabar dentro de unos meses, aunque puedo tener una idea bastante aproximada tal como van sucediendo los acontecimientos", ha vaticinado Garzón, que hoy trabaja de asesor externo de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional en La Haya.

Ahora, en "La fuerza de la razón", Garzón conversa con Manuel Rivas sobre los tres procesos que tiene abiertos en el Tribunal Supremo: los cobros recibidos durante su estancia en Nueva York, la investigación de los crímenes del franquismo y las escuchas telefónicas del "caso Gürtel".

Las tres, ha dicho, "son dolorosas", aunque la más incomprensible para él es la de los cobros, en la que, apunta, "no van a encontrar nada".

El libro es una "reflexión, optimista a veces, pero también es algo más, es una denuncia de quien se siente injustamente tratado", ha dicho Garzón antes de precisar que "también la injusticia en este mundo es lo que está ocurriendo en Japón, o lo que está sucediendo en Libia, o lo que ocurrió en España.