Manuel Fraga falleció anoche a los ochenta y nueve años de edad, y rodeado de su familia, en su domicilio de Madrid a causa de un fallo cardíaco, según fuentes de su entorno familiar. Fraga padecía una bronconeumonía desde principios de año, y en los últimos días necesitaba respiración asistida. Recibía las atenciones especiales de su hija, Isabel, que es médico.

Fraga será enterrado mañana en Perbes (A Coruña), localidad en la que veraneó durante años y donde tiene una casa. El Congreso, el Senado y la Xunta ofrecieron a la familia la instalación de la capilla ardiente, pero sus hijos declinaron esta posibilidad. Y así la capilla ardiente será instalada a partir de las 10.30 horas de hoy en el domicilio madrileño del expolítico y, por expreso deseo de su familia, a la misma sólo asistirán las personas más allegadas.

El político gallego, al que la historia le reserva un protagonismo destacado en los últimos sesenta años de la historia de España, empezó el año con un debilitamiento de su estado de salud, pero la familia decidió que sus últimos días los pasase en casa y acompañado de los suyos.

Operación de cadera

La salud del dirigente político era delicada desde la pasada primavera, cuando fue sometido a una operación de cadera en la clínica Moncloa de Madrid, tras una caída. Entonces dejó de aparecer por su despacho en el Senado, aunque su actividad ya había ido menguando poco a poco. Llegado el verano, renunció a pasar sus vacaciones de verano en su casa de Perbes (A Coruña), como era tradición desde hace años, y tampoco asistió a la Fiesta del Albariño, de la que era un habitual desde la década de los años ochenta.

Y en septiembre, desde su entorno se anunció que tras sesenta años de trayectoria política, el político de Vilalba, que fue embajador, ministro de Turismo y de Información con Franco, ministro de Gobernación con Arias Navarro en el primer ejecutivo tras la muerte del dictador, padre de la Constitución, fundador del Partido Popular, eurodiputado, presidente de la Xunta y senador por designación autonómica, se retiraba y no optaría de nuevo a su escaño en la Cámara Alta.

No sorprendió a nadie el adiós definitivo de un político, que desde los 29 de años tenía coche oficial y escolta y que es una referencia obligada al explicar el franquismo, la transición y la democracia en España.

Su retirada supuso la marcha del único político que seguía en activo que ocupó cargos destacados precisamente durante el franquismo, la transición y la democracia.

A finales del pasado mes de noviembre, se inauguraba en la ciudad de Santiago la avenida Manuel Fraga que une la Ciudad de la Cultura con el casco urbano de la capital gallega. Al acto asistió el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y en representación del expresidente una hija y un nieto. Su salud ya no le permitía viajar a su tierra.

La última vez que se le vio en un acto en Galicia, fue hace un año. Los Príncipes de Asturias inauguraban la Cidade de Cultura, y Fraga hizo un esfuerzo, pues no quería perderse la ocasión de presenciar la puesta en marcha de un proyecto polémico, que marcó el final de su gestión, y con el que pretendió relanzar la imagen de Galicia, igual que el Guggenheim ayudó al País Vasco. Llegó en silla de ruedas y coincidió con el arquitecto del proyecto, el norteamericano Peter Einsenman.

Fraga con una voz inaudible y en inglés conversó con Einseman, ante el que expresó su deseo de que este proyecto, "muy importante para Galicia y para Santiago de Compostela, llegue al final". Entonces el arquitecto estadounidense replicó: "Sí, llegarán al final, contigo y conmigo".

Fraga no las tenía todas consigo y le confesó: "Sí, pero ahora ya no soy presidente de la Xunta de Galicia. Y tengo 88 años". En todo caso, añadió: "Confío en que se acabe lo más pronto posible".

La salud de Fraga, que tras quince años al frente de la Xunta de Galicia perdió el poder autonómico en 2005, se fue resintiendo poco a poco en la última década.

Marcapasos, en 2003

La dolencia más grave se le detectó el 1 de octubre de 2003, cuando en una revisión rutinaria el cardiólogo le descubrió un "trastorno eléctrico" del corazón. Ese mismo día se le implantó un marcapasos. En febrero de 2001 ya se había operado de una hernia discal que le provocaba fuertes dolores de espalda y al año siguiente fue intervenido de otra hernia, en ese caso inguinal.

Fraga, que arrancó su carrera política a los 29 años cuando fue elegido secretario general del Instituto de Cultura Hispánica, también sufrió varios desmayos en actos públicos. Uno de ellos el 23 de enero de 2003 durante la inauguración de la feria de turismo de Madrid, Fitur, y otro el 5 de octubre de 2004 en el debate sobre el estado de la autonomía mientras leía su discurso.

Solo un año después, en la sede del Partido Popular, en el transcurso de una reunión del comité permanente también se desvanecía, un día después de que se cayera al suelo tras un resbalón al final de una comida con el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, con motivo de una visita oficial a Galicia .