- ¿Cómo llega uno a especializarse en una clientela tan concreta como los deportistas de élite?

- En realidad es el destino. Por un lado siempre he sido muy deportista, me han gustado mucho las artes marciales, por ejemplo. A eso se unió el tener dos padres médicos, él neumólogo y ella pediatra. El tercer factor es que mi abuelo era ebanista y yo trabajaba con él en su taller. Si metes todo eso en una coctelera: el amor al deporte, la medicina y la madera, el trabajo manual, fácilmente llegas a la traumatología. Soy, además, ambidiestro y me considero un artesano.

- ¿Un artesano?

- Sí, para mí la medicina es una artesanía, desde el que te llega pidiéndote que le ayudes con algo hasta que logras resolverlo.

- ¿Y la clientela especial?

- Ese amor a mi profesión, mucho trabajo, muchas horas echadas, el boca a boca y el cuidado en el trato al paciente considerando el proceso completo.

- ¿Hay alguna lesión, algún caso, que recuerde por encima de otros?

- Llevo trabajando entre catorce y dieciséis horas diarias desde 1995 y ya llevaba un ritmo parecido en 1989 cuando trabajaba con mi maestro. Duermo cuatro horas diarias desde 1997, así que he visto tantos casos, tanta experiencia que es la que te da la práctica de las habilidades, que no podría destacar ninguno. Quizá me acuerdo mucho del piloto Wayne Rainey. Yo estaba de director médico del circuito de Misano y allí fue cuando tuvo aquel accidente que le dejó parapléjico. Yo salí corriendo, tenía las costillas fracturadas. Me miró y me dijo: «Me he roto la columna». Eso te deja marcado. Son vivencias más propias de las urgencias, de atender al paciente in situ. No es lo habitual en mi caso.

- ¿Se puede decir, si me permite la broma, que el rey está en la élite de los deportes de riesgo?

- Nosotros lo que acabamos haciendo es trasladar las técnicas de la medicina y la traumatología deportiva a los pacientes de a pie. Así que desarrollamos todos los protocolos o cualquier cirugía en base a lo que hacemos con los deportistas. Y con el caso de Su Majestad no es sólo que sea muy deportista y muy autoexigente, sino que su compromiso y su responsabilidad con su trabajo siempre nos acaba arrastrando. Por eso sus cirugías siempre tienen un punto de estrés, aceleramiento y afinamiento propios de un deportista de élite. Porque el rey no se permite una baja.

- ¿Cómo se siente uno cuando pasa de ser el médico de los famosos a ocupar él mismo las portadas de la prensa rosa?

- Tengo mucho trabajo y responsabilidades. No puedo perder tiempo en ese tipo de cosas ni preocuparme por algo que no merece la pena. No sé si me explico.