Si hubiera que resumir el 'caso Nóos' en una palabra esa sería tocomocho, un supuesto timo millonario urdido por el yerno del Rey, Iñaki Urdangarin, y su avispado amigo y exprofesor Diego Torres entre 2003 y 2007.

El engaño consistió en captar cerca de seis millones de euros de las Administraciones Públicas (la Generalitat y el Ayuntamiento de Valencia y el Govern balear), con la excusa de organizar unos inútiles seminarios sobre el binomio turismo-deporte. Esos foros fueron vendidos como iniciativas filantrópicas de un pomposo Instituto Nóos, una entidad con nombre griego clásico, sin ánimo de lucro y con los duques de Palma y el secretario de las infantas en la Casa Real, Carlos García Revenga, al frente.

Urdangarin también arrambló dinero público con un disparatado proyecto de organizar unos Juegos Deportivos Europeos en Valencia, y mediando para que el Govern balear otorgara casi 20 millones de euros de subvención al equipo ciclista Illes Balears.

El rastro del dinero

Algunos políticos y ex altos cargos que se dejaron engatusar por el yerno del Rey, como el expresident o el ex director general de Deportes del Govern, Jaume Matas y Pepote Ballester, y se prestaron a dar cientos de miles de euros a Nóos sin concursos, ni controles, están imputados.

Otros en parecidas circunstancias, como el expresident de la Generalitat o la alcaldesa de Valencia, Francisco Camps y Rita Barberá, se han salvado de la quema gracias a la criterios judiciales más laxos.

Chercher l´argent, dicen los criminólogos franceses. Buscad el dinero ¿A dónde fueron a parar los cientos de miles de euros de beneficios que el universo Nóos consiguió de las Administraciones Públicas? El juez Castro lo explica a las mil maravillas en su último auto de imputación de Cristina de Borbón: como Nóos no podía repartir dividendos (al no tener ánimo de lucro), Iñaki Urdangarin usó su consultoría Aizoon S.L., que posee al 50% con su mujer, la infanta Cristina, para sacar el botín del tocomocho.

Por su parte, Diego Torres constituyó, junto a su esposa, un ramillete de empresas de nombres impronunciables para hacerse con su parte del pastel.

Ramificación internacional

Todas esas sociedades fueron utilizadas para simular gastos ficticios de los foros y obtener suculentas ganancias, al tiempo que se reducían las cotas del impuesto de sociedades. Los acusados también urdieron una ramificación internacional de Nóos, a través de la red De Goes, para blanquear dinero negro y evadir impuestos.