Pilar Vicente no había nacido ni vivido en Bonrepòs i Mirambell, pero allí no hay nadie que no se acuerde de ella. Quien no fue alumno suyo „trabajó en el único colegio público de la localidad, el Mare de Déu del Pilar, entre 1991 y 2012, los últimos siete años como directora„, fue familiar de alguno de los cientos de niños que algún día le llamaron maestra o «seño». Pilar está en la biografía de varias generaciones de bonrepostins y, por lo tanto, en la historia de los últimos 21 años de este pequeño municipio de l'Horta Nord. Y así lo sentían sus compañeros, alumnos y vecinos que ayer a las 12.30 horas se concentraron en su colegio para rendirle homenaje.

Minutos antes de este acto, Manuel Gandul „sucesor de Pilar en la dirección del centro y su mano derecha durante años„ atendía a los medios de comunicación con una entereza que sólo se rompió cuando un grupo de antiguas compañeras de la mujer fallecida el martes se presentó en el colegio. Mientras las maestras colocaban tres rosas rojas en el panel conmemorativo de les Trobades celebradas en 2010, Manuel recordaba a su amiga. «Era una mujer muy valiente, muy amiga de la gente del colegio, muy comprometida. Hay veces que cuando me toca tomar una decisión me pregunto qué haría Pilar en este caso. Alguna vez incluso le llamaba por teléfono y se lo preguntaba directamente».

Poco a poco, los vecinos de Bonrepòs fueron llegando al patio del colegio. También estaba el alcalde, Fernando Traver, y otros representantes del ayuntamiento. Y también, claro, los educadores que trabajaron con ella y muchos de aquellos niños a los que enseñó a hacerse mayores. Carlos Marco reúne ambas condiciones, la de alumno y la de compañero de Pilar. O casi. Estudiante de magisterio de 23 años, Carlos está haciendo prácticas en el mismo colegio al que acudió durante la infancia. Y aunque empezó estas prácticas cuando Pilar ya se había ido a Barcelona con su marido, su recuerdo fue decisivo para encontrar su vocación. «La tuve como maestra desde los tres años, fue la profesora que me enseñó a leer y la que nos enseñó a unos cuantos niños del pueblo a ser compañeros y a mantenernos unidos durante años como un buen grupo de amigos „recordaba ayer a las puertas del colegio„. Era una mujer muy cercana, casi como una madre para nosotros».

«Era la "mestra" y me hubiera hecho mucha ilusión volver a hablar con ella y que hubiera visto cómo tantos años después, y pese a lo trasto que era, he acabado siguiendo su ejemplo», añadió Carlos poco antes de empezar el acto, con un libro de poemas de Vicent Andrés Estellés entre las manos y del que después leería una poesía para despedir a su maestra. También sonó «El Cant dels Ocells», y los lloros de algunos niños y mayores durante el minuto de silencio. Y la voz de otro compañero de Pilar que, echando mano de Marti i Pol, recordó aquello de «No tornaràs mai més, però perdures en les coses i en mi de tal manera que em costa imaginar-se absent per sempre».