«La muerte de un ser querido, al que has despedido días u horas antes para nunca mas volverlo a ver, es muy doloroso y desconcertante y mas todavía si las circunstancias son desconocidas. El ser humano tiene la necesidad de obtener una explicación para mitigar su dolor y llenar el vacío que ocasiona la incertidumbre, para no retrasar la cicatrización de la herida», explica la doctora en Psicología Mayte Lázaro. No obstante, en este caso el haber descubierto que no se trata de un accidente o fallo humano, sino de algo intencionado, todavía ha agravado más el dolor de los familiares de los fallecidos en el avión estrellado en los Alpes el pasado martes.

Así lo considera la psicóloga especialista en psicología de emergencias y catástrofes Lourdes Fernández. «Es mucho más grave el sentimiento de dolor puesto que los familiares conocen que ha habido alguien que les ha querido perjudicar o no les ha tenido en cuenta agravándose su dolor», asegura la experta añadiendo que el sufrimiento es mucho mayor.

Por ello a partir de ahora los psicólogos y especialistas que están atendiendo a los familiares, allegados y amigos de los siniestrados deberían tratarlos «médica y psicológicamente de manera diferente de lo realizado hasta el momento, aplicando protocolos similares a los ejecutados en casos de homicidios y cuando ha habido intencionalidad en la muerte». La experta aclaró que los profesionales cuentan con un código específico denominado «Código Nash», que según el tipo de muerte, bien sea natural, accidental, suicidio o por homicidio, se debe acercar a los familiares «de diferente manera».

Asimismo, Mayte Lázaro remarca la importancia de recuperar los cadáveres. «Es de gran trascendencia para los familiares obtener una prueba tangible de su final, los cadáveres o sus restos, pues de otra forma el duelo dejaría de ser un proceso normal y podría convertirse en un calvario interminable, llamado duelo patológico o complicado», aclara la doctora valenciana. De ahí también la necesidad que sienten los familiares de trasladarse al lugar del accidente.

«Los efectos psicológicos varían de un individuo a otro y las preguntas son muchas pero una de las que martillea las mentes de los familiares es: "¿Habrá sufrido?», sostiene Lázaro. «Si queremos ayudar a estas víctimas, no nos cansemos de escucharlas. Que compartan su dolor con sus seres queridos, respetemos su intimidad, que soliciten ayuda de especialistas si creen que la necesitan ? pero al ritmo que ellos mismos nos marquen, de manera que puedan asimilar la realidad, para que solo sea un fragmento doloroso en sus vidas».