El chapapote mancha la costa canaria. Las playas de los municipios de Veneguera, Mogán y La Aldea (Gran Canaria) son las más afectadas hasta el momento. El operativo activado por el ministerio de Fomento no impidió que galletas de hidrocarburos de pequeño tamaño llegaran a la costa y se pudieran ver de manera dispersa sobre piedras y arena. El plan de limpieza ha recogido al menos 200 kilos de carburante según una estimación de Fomento. Veneguera es la playa más afectada. Le siguen Tasarte y Tasartico. El petróleo también afecta a Taurito y Güigüí.

El Gobierno de Canarias elevó de uno a dos el nivel de alerta tras activar el miércoles el Plan de Contingencia por Contaminación Marina Accidental. Esto se debe a que ahora la amenaza del carburante no se limita a la geografía grancanaria. Al tramo de litoral en peligro, delimitado inicialmente entre Punta Maspalomas y El Descojonado, se une ahora, merced a la dirección de las corrientes y los vientos, una situación de riesgo para Tenerife -entre Abona y Punta de Rasca- y el sur de La Gomera.

Los operarios de la empresa pública Tragsa iniciaron las labores de limpieza de la playa de Veneguera con los primeros rayos del sol. La luz reveló la presencia de una fina capa de carburante en la orilla. Pese al batir de las olas, estos fragmentos de escaso tamaño y peso, apenas manchaban las piedras. La mayoría tenían el tamaño de un garbanzo y flotaban sobre una corriente aceitosa. Otras, que se presentaban en forma de galletas de hasta 40 centímetros de diámetro, se adherían como el mejor de los pegamentos a los callaos y exigieron del esfuerzo máximo en las labores de limpieza.

La marea amaneció en su punto más alto y el combustible fue manchando la orilla al retirarse la pleamar. Seis operarios actuaron sobre esta zona, con ayuda de algunos trabajadores del ayuntamiento de Mogán. Al medio día ya habían separado nueve sacos de una mezcla de fuel, rocas, algas y mucha arena; con un peso que, en un cálculo a vuela pluma cifraron en torno a los 600 kilos.

Su trabajo, de pico y cincel, fue concienzudo. Ataviados con los monos blancos que simbolizan las tragedias medioambientales, emprendieron su tarea con palas y cucharas. No fue sencilla, especialmente sobre las piedras. "El calor derrite el fuel y algunas rocas están tan manchadas que es imposible limpiarlas, por lo tenemos que llevarlas enteras a las bolsas", explicó María del Cristo Santana García. Esta no es la primera vez que esta empleada de Tragsa, especializada en protección forestal, se ve en esta tesitura. "En el 2002 me presenté voluntaria cuando el desastre del Prestige y estuve en la zona de las Rías Baixas", aseguró antes de mirar a su alrededor y dictaminar: "Por ahora, esto es otra cosa".

La punta del iceberg

Mientras las patrulleras de Salvamento Marítimo peinaban la costa, Luis Ferreirim, portavoz de Greenpeace España asintió ante esta afirmación. "Esta es la punta del iceberg", añadió no obstante el ecologista a pie de playa. Ferreirim valoró que, "aunque el vertido no es excesivo, se trata de una realidad visible de un daño mayor al medio ambiente que es el que ocurre bajo la superficie desde el momento en que se hundió el pesquero y que está afectando a todo un ecosistema". Y es que restos de calamares acompañaban el movimiento de las olas.

Muchos vecinos de Veneguera acudieron alertados por la amenaza sobre una playa que sienten como parte de su identidad. Mónica Suárez Saavedra observaba las manchas de piche con lágrimas a punto de brotar en los ojos. "Me dan ganas de llorar", aseguró. "Mucha gente come de lo que pesca aquí. Nos sentimos fatal, totalmente frustrados e impotentes", añadió. Por eso, tanto ella como otros cuatro vecinos no perdieron un segundo en sumarse a la limpieza.

El dispositivo no contaba con material para ellos, pero esto no detuvo a los moganeros. Adrián Suárez Saavedra lideró la operación. Contaban con rafia, cuerdas e ingenio, y en un momento construyeron una red con la que operaron en la orilla para atrapar el carburante. El ingenio se iba perfeccionando en cada nueva batida. También la técnica y en cuestión de minutos limpiaron una lengua de fuel que reunieron en cubos.

El operativo de Tragsa concluyó su jornada sobre las tres. La mayor parte de la playa estaba controlada. Pero los vecinos de Veneguera continúan con su esfuerzo. Albano Cruz García trabaja en las fincas de fruta de la zona y junto a su compañero Antonio García Sarmiento proclamó: "Los vecinos de Veneguera seremos los primeros en limpiar. Que no quepa duda".

Mientras, el daño se iba trasladando hacia el norte. "Son días para mirar al mar y estar preparados", aseguró Albano Cruz. Mientras, los municipios de Mogán, La Aldea y San Bartolomé movilizaron sus medios. Mogán destinó a estas tareas un total de 50 efectivos. Esta misma mañana están previstas reuniones para coordinar la recogida del vertido con voluntarios .