No se abandona la búsqueda, pero ya no puede extenderse mucho más. Aunque en la jornada de ayer trascendió que el equipo de rescate español desplazado a Nepal, formado por nueve agentes de la Unidad Especial de Montaña de la Guardia Civil y por 46 soldados de la Unidad Militar de Emergencias (UME), daba por concluidas las labores de búsqueda de los seis desaparecidos en el valle de Langtang (los avilesinos Jesús Mosteirín, Sabino Fernández, Ángel Hernández y Egidio García, así como la cántabra Isabel Ortiz y su pareja, el aragonés Mitxel Pizarro), ayer por la tarde el Ministerio de Exteriores comunicó que hoy se realizaría un nuevo vuelo de reconocimiento, aprovechando las perspectivas de buen tiempo en la zona, que ya se dieron ayer.

El vuelo de reconocimiento de hoy podría ser el último. A las familias ya se les ha informado de que será muy difícil dar con los seis desaparecidos en Langtang, los únicos españoles que quedan aún por localizar. Ayer, los guardias de Montaña y los miembros de la UME rastrearon la parte más alta del valle, donde los daños son muy inferiores a los registrados en Langtang y Kyanjin Gompa. El día del terremoto, los españoles tenían pensado ir con sus guías, Maresh Kumar y Singe Lama, hasta Langshisha Kharka, desde donde podían acceder a Tserko Ri y Langtang Lirung. Los rescatadores creen que si los asturianos hubiesen estado por encima de Kyanjin Gompa no habrían sufrido los efectos de las avalanchas y hubiesen tenido dificultad para alcanzar alguna población y avisar de que se encontraban bien.

Es más posible que estuviesen en Kyanjin Gompa o en el camino hacia el pueblo de Langtang, zonas que sufrieron el impacto de las avalanchas. Según los guardias de Montaña, la última localidad "está bajo seis metros de lodo y nieve". Es allí donde los nepalíes se están concentrando para tratar de localizar los alrededor de 300 desaparecidos que se calculan en el valle, cien de los cuales son extranjeros.

Los miembros del equipo de rescate español están realizando otras labores en Nepal, como el reparto de víveres en las localidades más aisladas. Ya en días pasado, miembros de la UME fueron destacados en una localidad al sur de Katmandú para apuntalar edificios y evitar que se derrumbasen sobre la población.

Las familias están viviendo estas horas con un ánimo ya muy mermado. "Estamos muy mal, prácticamente no hay esperanzas de que se les encuentre vivos. Ya sólo esperamos recuperar los cuerpos para poder enterrarlos".