El presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha firmado el decreto que supone la convocatoria, bajo su mandato, de las que son las terceras elecciones catalanas en menos de cinco años, tras las de noviembre de 2010 y las también anticipadas de finales de 2012.

La apuesta soberanista de CDC y la falta de mayorías sólidas en los últimos años ha llevado a Mas a no culminar ninguna de las dos legislaturas; la primera de dos años de duración (noviembre de 2010 a noviembre de 2012) y la segunda de casi tres años (de noviembre de 2012 a septiembre de 2015).

En su primer mandato, Mas no logró su objetivo de obtener un pacto fiscal para Cataluña pese al aval de la mayoría del Parlament, pues fracasó en su negociación con el Gobierno y, tras una multitudinaria manifestación soberanista el 11 de septiembre de 2012, avanzó elecciones para obtener una gran mayoría bajo la promesa de celebrar una consulta sobre un "Estado propio".

Pero Mas no sólo no vio reforzada su mayoría sino que perdió 12 diputados, aunque se mantuvo a flote gracias a una ERC en ascenso que permitió a Mas revalidar como presidente de la Generalitat.

Con la oposición frontal del Gobierno de Mariano Rajoy desde el primer momento, Mas no logró tampoco celebrar un referéndum en toda regla el 9 de noviembre de 2014, lo que tuvo que sustituir por lo que denominó un "proceso participativo", que él mismo admitió que no era suficiente para conocer la voluntad del pueblo catalán sobre su futuro político colectivo.

Así, acortó de nuevo la legislatura, que debía finalizar a finales de 2016, y anunció elecciones para este 27 de septiembre, con nueve meses de antelación -una situación insólita- tras pactar con ERC y las entidades soberanistas que el 27S deberá ser, a su juicio, la "consulta definitiva".

Para ello pretende dotar a estas elecciones autonómicas de un carácter político plebicitario sobre la independencia de Cataluña que no reconocen ni PSC, ni PPC, ni ICV-EUiA (tampoco Catalunya Sí que es Pot), ni Ciudadanos.