El anuncio de Mariano Rajoy de convocar las elecciones el 20 de diciembre significará el comienzo del proceso de una nueva legislatura en España. La que finaliza será una legislatura marcada por distintos conceptos, como la crisis económica, el impacto de la corrupción, la aparición de Podemos y el proceso soberanista en Cataluña.

Rajoy accedió al Gobierno en 2011, después de unas elecciones que concedieron la mayoría absoluta al PP después de siete años de gobierno socialista.

La primera mitad de la legislatura estuvo marcada por la dureza de la crisis económica, que provocó un aumento del paro. Con posterioridad, y ya en el último tramo, una tímida y aún esbozada recuperación económica ha dado paso a un mayor optimismo, si bien muchas de esos mejorados vectores de mejora aún no se han traducido en expectativas positivas para los españoles.

Por otra parte, Rajoy ha asistido también al proceso de relevo en la cúpula del Partido Socialista, donde Pedro Sánchez obtuvo el cargo de secetario general en unas primarias a las que se presentaron también Eduardo Madina y José Ángel Pérez Tapias.

El caso Bárcenas también ha marcado el gobierno de Rajoy. Las revelaciones del ex senador y ex tesorero del PP han sacudido los cimientos de Génova, donde cada episodio relacionado con Bárcenas se veía como una amenaza electoral. En los últimos tiempos, el Gobierno de Rajoy ha logrado contener el impacto social de la corrupción, aunque las noticias sobre el 'caso Rato' y otros procesos judiciales autonómicos, como el de la Gürtel en la Comunidad Valenciana, siguen dañando al partido.

Las elecciones europeas de 2014 marcaron la irrupción de Podemos en el mapa político español, que posteriormente se vio magnificada por las elecciones municipales. Pablo Iglesias se ha convertido en uno de los líderes políticos más populares del momento con permiso de otra estrella emergente, Albert Rivera. El líder de Ciudadanos quiere presentarse a las próximas elecciones generales, motivo por el que dejado el camino libre en Cataluña a Inés Arrimadas.

Por último, los acontecimientos en Cataluña también han marcado la legislatura. Mas mantiene el pulso soberanista en una región cada vez más polarizada y sin visos de que se establezca un diálogo efectivo entra Moncloa y la Generalitat.