El caudillo de Podemos publica hoy un interesante artículo en la prensa nacional. Aparentemente, apuesta por una coalición de progreso entre el PSOE, IU y la formación morada. En realidad, el texto es un paso más en la dirección de impedir de facto cualquier posibilidad de acuerdo con los socialistas. No es una invitación seria ni al diálogo ni al entendimiento. Es el primer mitin de la próxima campaña.

Iglesias insulta en su artículo a la dirección socialista -elegida, por cierto, de forma más democrática que la suya- y apela directamente a sus bases y sus votantes. Erigido en el único en posesión de la verdad, despacha el asunto rápido: los dirigentes del PSOE no son gente de fiar, están aliados con los poderes fácticos y el gran capital; los votantes y las bases socialistas están con Podemos y el acuerdo.

Es una forma inédita de plantear unas negociaciones de gobierno: descalificando de entrada a quienes tienen la responsabilidad por la otra parte de llevarlas a cabo y fomentando el enfrentamiento interno en la organización de la que dice que quiere ser socio, desestabilizándola. Para variar, a Pedro Sánchez vuelve a tratarlo de pelele: o hace lo que Pablo dice, o lo que le ordena la casta (que además tiene caspa) de su propio partido. Haga lo que haga, es una marioneta: sólo cabe la duda de quién va a mover finalmente sus hilos.

Iglesias se ha declarado siempre ferviente seguidor de la serie Juego de Tronos. Yo también lo soy, y quizá por eso no me sorprende cada paso que da. Sin spoilers, les recordaré a quienes no la hayan visto aún el consejo que los veteranos de la saga les damos siempre a los que se asoman por primera vez a ella: nadie en la serie es lo que parece ser y nunca hay que cometer el error de prendarse de ningún personaje. La próxima vez que escuchen a Pablo Iglesias darles los buenos días asómense a la ventana: probablemente será noche cerrada.

*Juan Ramón Gil es el director del Diario Información