El 83% de las operaciones policiales contra el terrorismo internacional en España se dirigieron contra el Dáesh y en el 37% de los casos contra redes de captación y envío de yihadistas, mientras que sólo en un 11% fueron contra amenazas directas de posible atentado.

Son datos que ha ofrecido el teniente coronel Francisco José Vázquez, jefe de la unidad contra el terrorismo internacional de la Guardia Civil, durante su intervención el curso de verano 'Terrorismo internacional: análisis de la radicalización y estrategias para la prevención', organizado por la Fundación Víctimas del Terrorismo.

Un resultado que se desprende del análisis de las 27 operaciones llevadas a cabo en 2015 por la Guardia Civil, la Policía Nacional y los Mossos d'Esquadra contra el terrorismo yihadista. En tres de ellas, el 11%, los agentes lograron neutralizar la posibilidad real de una acción.

Un 45% de las actuaciones fueron contra la actividad terrorista en internet y un 7% estuvieron relacionadas con combatientes trasladados a zonas de conflicto y retornados.

Del total de operaciones, 16 se desarrollaron fundamentalmente en Cataluña y 6 en la Comunidad de Madrid, mientras que en relación con los detenidos, casi la mitad eran de origen marroquí.

Vázquez ha cifrado en 178 el número de combatientes desplazados desde España, una cifra muy baja comparada con las de otros países de nuestro entorno; en 30 el número de fallecidos en zona de conflicto; y en 25, los retornados.

El jefe de la lucha contra el yihadismo de la Guardia Civil ha dejado claro que, si las fuerzas de seguridad españolas no hubieran "interrumpido" el proceso de "maduración" de presuntos terroristas, España podría haber sido escenario de algún atentado similar a los que ha sufrido Francia u otros países europeos.

Vázquez ha reconocido que aún sigue preocupando a los investigadores el proceso de radicalización en espacios físicos que "atraen a vulnerables", como sedes culturales, religiosas o deportivas, si bien en un 61 % de las operaciones se ha constatado que ese proceso se ha realizado a través de internet.

Y ha apelado al papel de "inhibidor" que puede desarrollar el entorno familiar para evitar la radicalización (muchas veces, ha dicho, las denuncias parten de los allegados del sospechoso).

Tanto Vázquez como el inspector jefe de la Policía Nacional Jesús Pedrazo, de la Comisaría General de Información, han coincidido en que los agentes se han convertido en verdaderos celadores de la radicalización para evitar que esos procesos lleven a la violencia.

Pedrazo ha hecho un llamamiento a la corresponsabilidad de toda la sociedad, porque los cambios en los individuos son "observables" en el entorno y, por tanto, el proceso puede ser predecible.

Después de hacer especial énfasis en los "garbanzos negros" que contaminan a jóvenes, sobre todo a mujeres aún niñas, ha abogado por combatir el relato terrorista no con una contranarrativa, sino con una narrativa alternativa de carácter pedagógico.

Y, sobre todo, y en alusión a la frase que un detenido les llegó a decir, ha dirigido el foco a la radicalización en internet, porque se trata de "la guerra de Faceboock y Twitter, la yihad de la palabra contra la yihad de las balas".

También ha intervenido en la mesa redonda del curso la investigadora Carola García-Calvo, del Real Instituto Elcano, quien ha insistido en que no hay un perfil único del yihadista, si bien el análisis de los últimos detenidos y encarcelados refleja que el 40,5 % ha nacido en España y, de ellos, el 75,8 % en Ceuta y Melilla.

Ha eclosionado ya en España un yihadismo autóctono, ha subrayado García-Calvo, quien ha señalado que casi el 30 % fueron detenidos en la provincia de Barcelona y un 32 % residía en ella.

Más jóvenes (28,8 años de media), más mujeres (el 16 % del total de detenidos) y más conversos es la evolución que ha experimentado el perfil del yihadista en España.

Por su parte, José María Gil Garre, analista del Observatorio Internacional de Seguridad, ha explicado cómo ha contactado a través de las redes con yihadistas captados y ha resumido así el perfil, con excepciones: varones, de entre 18 y 35 años, de bajo nivel cultural, de extracción social baja, desidentificados con el entorno y desafectados.