Eduardo Madina repetirá muchas veces «mirar hacia delante». El diputado socialista vasco (Bilbao, 1976) marca distancias con el pasado del PSOE, o con el de los dos años que han «desperfilado el proyecto», y con el futuro, pidiendo tiempo de reflexión para «reconfigurar» la organización. El tiempo y la reflexión explican, dice, la postura de quienes no comparten que para suturar la profunda herida abierta en el partido la solución sea la urgencia de convocar ya el congreso y la elección de secretario general. Reflexivo y pedagógico, derrotado ante Pedro Sánchez en el proceso electivo del líder socialista en 2014, también ha repetido varias veces que no repetirá.

¿Le ha pedido mucha gente que reconsidere su negativa y se presente?

Mucha, pero el país merece que un partido de la relevancia del PSOE mire hacia delante y yo generaría un efecto recuerdo.

«Segundas partes nunca fueron buenas». La frase es suya para usted. ¿Habría que aplicársela también a Pedro Sánchez?

Casi nada de lo que yo opino se le puede aplicar a él, porque ha quedado demostrado que mi manera de interpretar la realidad no tiene nada que ver con la suya. Hablo sólo de mí. El PSOE va a mirar hacia delante y quien no comprenda eso probablemente no entiende que este país necesita a un partido que tenga condición colectiva y vocación mayoritaria. Ni una condición personal de nadie ni una vocación minoritaria de 85 diputados.

¿Sánchez es sólo pasado?

Es el ex secretario general del PSOE. Y este partido está ahora en el inicio de la reconfiguración de un proyecto que es colectivo y tiene vocación de mayoría. Lo mejor en el PSOE está por llegar.

¿Ha llegado el momento de Susana Díaz?

Ahora es el momento de Javier Fernández, que ha ordenado que un equipo de personas empiece a trabajar en la elaboración de un documento para que se discuta y sea la ponencia política y estratégica que el PSOE va a aprobar en su próximo congreso federal. A partir de ahí, llegará el momento en que quienes consideren que pueden personificar ese proyecto den un paso adelante. Sé que hay mucha gente que se lo está pidiendo a Susana y eso es algo que tiene que calibrar ella.

¿Da el perfil?

Es una de las grandes voces y de las más reconocibles que tiene el partido. Eso no se le escapa a nadie, pero en contra de lo que alguno cree, el PSOE no es un partido de una única voz, sino de muchas, y eso Susana lo sabe y yo también.

¿Ella ya se equivocó una vez?

¿Cuándo?

Apoyando a Sánchez en 2014.

Para mí resultaría muy sencillo denunciar la existencia de una conspiración que se encargó de que mis planes perfectos no salieran adelante, pero los errores fueron míos y como tales los asumo. Me habría gustado trenzar algunas alianzas y mantener algunos apoyos que no supe. Los aciertos de aquella campaña fueron todos de mi equipo; los errores, exclusivamente míos.

¿Han cosido ya algo en el partido?

Sí. El funcionamiento del partido hoy mira hacia delante y no hacia atrás. Personas que estuvieron en distintas posiciones en aquel comité federal han empezado a trabajar juntas. Es amplísima la mayoría de gente que quiere mirar hacia el futuro. Los equipos que están empezando a trabajar en la elaboración del proyecto proceden de distintos sectores y han empezado a encontrarse cómodamente en un proyecto colectivo al servicio de una mayoría de transformación social.

Pero aún hay mucha gente del otro lado.

Hay quien sigue reivindicando un congreso en veinte días y quienes pensamos que hace falta un proceso de reflexión profunda y la elaboración de un documento político de futuro porque los españoles nos han dicho que no dos veces con los peores resultados desde 1933. Si tras ese drama electoral no tenemos derecho a profundizar al analizar, diagnosticar o proponer? Creo que se equivocan quienes siguen insistiendo en un congreso en veinte días, pero en el fondo son coherentes. Votaron a favor de eso cuando otros dijimos que el PSOE necesita una reflexión profunda. Y la reflexión entre personas inteligentes requiere tiempo.

¿Cómo convencerlos?

Comprenderán que el PSOE tiene que mirar hacia delante y la importancia de la reflexión, y que tras la enorme herida que nos ha dejado la anterior dirección el PSOE tiene derecho a curarse, a coser, a diagnosticar, a pensar y a proponer un proyecto distinto al que los españoles le dijeron estrepitosamente que no.

¿Cuesta la pedagogía?

Es probable que habitemos en un tiempo donde la complejidad tiene menos espacio que la simplicidad. Es mucho más simple pedir un congreso en veinte días que analizar a fondo las razones de un hundimiento electoral y trabajar para sacar adelante un gran congreso histórico que devuelva al PSOE al gobierno. Va a hacer falta pedagogía, diagnóstico, pensamiento, reflexión, serenidad. Conviene que todos antepongan los intereses del PSOE a los suyos para que el PSOE pueda anteponer los intereses del país a los del partido.

El pacto de gobierno con el PNV ha rescatado cierta unanimidad perdida en el PSOE. ¿A usted también le gusta?

Recuerda a los mejores años de gobierno en el País vasco, que en mi opinión fueron los de Ardanza y Jáuregui, e incorpora la gobernabilidad del País Vasco a un dibujo transversal de una sociedad que es transversal, con gente que es nacionalista y otra que no lo es. Es un buen pacto y una guía de futuro para Cataluña.

¿Hacia dónde ha de redefinirse la relación entre el PSOE y el PSC?

Tuvimos un problema. Ellos formaron parte de una votación cuyo resultado después no respetaron y lo saben. Tenemos también un protocolo que viene de 1978 y que ha producido en la gran mayoría de las ocasiones una relación bien engrasada. Si hay que retocarlo, espero que sea para optimizarlo, porque me gustaría que siguiéramos de la mano.

¿El gran error fue no plantear la abstención antes?

En los dos últimos años se ha desperfilado el proyecto del partido socialista. Así ha opinado la mayoría de la sociedad española. El error está ahí. No daban los números, no había opción de un gobierno alternativo. El PSOE optó por desbloquear las instituciones y en dos plenos hemos visto la derogación de la LOMCE, al PP aceptando sentarse a firmar un pacto de Estado por la educación o que no han podido poner a Jorge Fernández al frente de la comisión de exteriores. En sólo dos semanas, la legislatura ha producido cambios sustanciales. Por esa vía apostó el PSOE, aunque algunos en aquel momento no lo compartieron.

¿Por qué no defendieron antes que sólo cabía abstenerse?

Porque se le da a la dirección lo que ésta le pide al comité federal, tiempo para intentar un gobierno cuyos números fuimos viendo que no daban. A partir de ahí, se desencadenan los acontecimientos cuando el anterior secretario general propone un congreso en veinte días.

Dijo Javier Fernández que el PSOE se podemizaba. ¿Era así?

El PSOE es un partido de transformación, no de contestación; de acción transformadora, no de reacción contestataria. No tiene recelos a decir que es de izquierdas, como veo que pasa con algunos dirigentes de Podemos. Es un partido de mayorías, socialdemócrata y reformista, que respeta la pluralidad de la sociedad y que sabe que tiene razones, pero eso no hace que tenga la razón en todo, algo que a veces da la sensación de que sí piensan algunos dirigentes de Podemos. El PSOE no quiere ser Podemos y Podemos no quiere ser el PSOE.

Pero van a necesitar entenderse.

El PSOE necesitará entenderse con sectores de la sociedad con los que ha dejado de entenderse en estos dos últimos años. Ahí los pactos serán multilaterales y las oportunidades que se abren, de muchos tipos. El PSOE tiene capacidad para pactar con Podemos en Aragón, con C´s en Andalucía y con el PNV en Euskadi. Este es un país diverso y este partido es capaz de interpretarlo bien, pero debe recuperar ese contacto con los sectores que ha perdido.

¿Cómo?

Reconfigurando un proyecto político serio, emitiendo sensaciones de que vamos en serio, con equipos y liderazgos serios, con una oposición institucional y no audiovisual, sumando todas las voces de dentro y cuantas podamos de fuera y dejando claro a la sociedad que estamos dispuestos a representar y llevar adelante un proyecto de vocación mayoritaria.