Quieren mantener y mejorar el régimen democrático antes de que como ocurrió en el siglo XX intelectuales y políticos convenzan al pueblo de que vivimos en la falsedad y de que la solución es un autoritarismo disfrazado. Vienen de aquel centro derecha que a través de Cánovas restauró la monarquía y la democracia con la Constitución de 1876 y de los Tácito que en los años 60 del siglo pasado perdieron la esperanza en una evolución del franquismo. Alfonso Osorio y Jose Manuel Otero Novas, destacados miembros supervivientes de los primeros gobiernos de Adolfo Suárez en la Transición, pidieron ayer la palabra para intentarlo de nuevo cuando la democracia actual comienza a dar inquietantes síntomas de fatiga, por los numerosos casos de corrupción y por la amenaza del populismo.

El Aula Política del Instituto de Estudios de la Democracia, apartidista, independiente y aconfesional aunque asentada en el humanismo cristiano, renacida en el CEU ya en el siglo XXI , para tratar de evitar que el centro derecha volviera a caer en el precipicio como en 1931, en la II República, presentó ayer sus propuestas para regenerar la democracia en un libro, titulado "España, democracia y futuro", que resume tres años de intensos estudios sobre los problemas de la democracia española a la vez que propone soluciones para resolverlos.

En un discurso denso y trabajado de presentación del libro , José Manuel Otero Novas, presidente del Instituto de Estudios de la Democracia , se mostró convencido de que van a conseguir una España más próspera dentro de una nación indisoluble, ya bimilenaria , en la que ninguna minoría o mayoría alguna pretenda "conducir nuestras opiniones o sentimientos". Otero advirtió del riesgo de que como a principios del siglo pasado los fallos de la democracia vuelvan a abrir las puertas a partidos minoritarios liderados por personajes como Lenin, Hitler o Mussolini que acabaron con ella, favorecidos ahora por unos "canales informativos" que en busca de mayores audiencias, donde reside la mediocridad, conducen a la perpetuación y al aumento de la vulgaridad, mediante continuos bombardeos de noticias y grandes silencios.

La corrupción distorsiona y asfixia la democracia, subrayó Otero, quien apuntó al Gobierno socialista de los 80 del siglo pasado (presidido por Felipe González), "de filosofía intervencionista", como el responsable de eliminar los controles impuestos por el Derecho Administrativo para que el poder tuviera las manos libres y "hacer felices "a sus conciudadanos". Los gobiernos siguientes se sintieron a gusto en el marchito y todo evolucionó a peor hasta el punto de que la corrupción conocida "es naturalmente una mínima parte de la real", aseguró.

Especialmente crítico con la indiferencia de género pero respetuoso con cualquier preferencia sexual, el exmistro de Suarez denunció la presión de los poderes públicos para "visibilizar, divulgar y normalizar las diferentes formas de sexualidad, modelos de familia, obligando a exhibirlos como normales, iguales o indiferentes".

Durante el acto celebrado anteayer por la noche, Alfonso Osorio y Fernando García de Cortázar recibieron sendos premios. El primero, vicepresidente del primer Gobierno de Adolfo Suárez, como principal artífice de la Transición y el segundo, como gran promotor de los valores que necesita nuestra sociedad de hoy. A sus cerca de 94 años, Osorio sin papel alguno delante ni pelos en la lengua repartió estopa desde su primera frase hasta la última: responsabilizó a Suárez de haber hecho una ley electoral "con listas cerradas y bloqueadas" que ha dado el poder a los caciques de los partidos y vedado el contacto directo de los políticos con los ciudadanos y de haberle anunciando su giro socialdemócrata tras las elecciones, motivo que le decidió a dejar el Gobierno y acabar abandonando la aventura centrista forjada sobre el centro derecha asentado en el humanismo cristiano que había impregnado el primer equipo gubernamental suarista.

Luego se lamentó de no haber recibido un reconocimiento que se suponía debería proceder de la Casa Real a pesar de su acérrimo monarquismo después de agradecer a los regionalistas y socialistas de Cantabria la medalla de oro de su comunidad que debió encontrar escaso o nulo apoyo en el PP según sus amargas palabras, criticó aunque sin citar sus nombres a Landelino Lavilla y a Tarancón por vetar supuestamente un partido democristiano y justificó su posterior baja de Alianza Popular cuando Fraga decidió de forma digital nombrar a Aznar sucesor suyo al frente del partido.

Por su parte García de Cortázar denunció la policía del pensamiento instalada en nuestras sociedades y el grave daño inferido a la cultura por la posmodernidad. El historiador y jesuita puso como ejemplo de héroe de nuestro tiempo al español Ignacio Echeverría, asesinado en Londres por tratar de defender a una víctima en el reciente ataque yihadista.

Cerraron el acto, presentado por María Teresa Álvarez, viuda de Sabino Fernández Campo, el presidente de la Fundación San Pablo CEU, Carlos Romero, y el himno nacional. No asistió represéntate alguno del Gobierno ni de la oposición. Pero sí acudieron algunos destacados políticos de la Transición, el cardenal Rouco Varela y el ministro del último gobierno de Franco Fernando Suárez, algunos magistrados y altos funcionarios del Estado, junto con la llamativa presencia del exsocialista Joaquín Leguina y un exconcejal del PCE de Madrid.