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Entrevista

Jacobo Nogueruela: "El islamismo se radicaliza por su propiedad como 'identidad'"

«Los occidentales se quitan la angustia con pastillas; algunos musulmanes, con la fe»

Jacobo Nogueruela: "El islamismo se radicaliza por su propiedad como 'identidad'"

P ¿Cuál es la relación entre religión y violencia?

R Existen grupos cuya identidad religiosa es lo nuclear y su expresión es básicamente la violencia. Ocurre en otras religiones, como en los tamil de Asia, pero mayoritariamente es algo que se da en el Islam. Dicho esto, la violencia no es algo privativo de la religión; es el Estado el principal causante de violencia en el mundo. Y en algunas religiones su ausencia es obligatoria, como en el cristianismo y el budismo donde la paz es un mandamiento.

Lo que es distinto es que entre las creencias y las prácticas de un pueblo haya una distancia enorme: cristianos que hagan una comprensión cabal de su fe hay muy pocos, una pequeñísima minoría, por lo que a veces hablamos de religión para referirnos al folclore. Y aquí entramos en un tema clave de la problemática actual que es el de la religión como identidad: las religiones no son ahora para la mayoría un camino espiritual, sino más bien un sistema cultural que aportaba una identidad. Una de las causas de que el islamismo se esté radicalizando en Europa es la propiedad que tiene como «identidad», como símbolo.

Hay que entender que la civilización occidental tiene un atractivo enorme por el progreso y la riqueza que es capaz de crear. En esta modernidad líquida en la que vivimos, donde nada dura demasiado y la incertidumbre es constante, disfrutamos de un exceso de libertad. Esto genera ansiedad a quienes proceden de ella, por lo que a quienes vienen de países de ideología radical mucho más.

El ser humano necesita un relato que le organice la experiencia, y por primera vez en la historia ya no tenemos símbolos para orientarnos aparte de la ciencia y el consumo. Sin ellos es muy difícil vivir. El Islam en occidente está resimbolizando a sus hijos; ofrece recetas sencillas contra la ansiedad. La religión se vuelve una armadura. Los occidentales se quitan la angustia con pastillas; algunos musulmanes, con salafismo.

P ¿Cuánto hay de vergüenza y envidia en la lucha del EI?

R Bastante. El Islam se sentía más seguro y era más tolerante cuando Damasco y Bagdad eran las capitales del mundo. Dejaban practicar a los cristianos en sus lugares sagrados. Salvo en el caso de Roma, que se apropió casi por completo de la cultura griega, normalmente en la Historia el rival menos cultivado suele generar una enorme violencia contra su enemigo. Ocurrió en las cruzadas; muchos de los que iban de Europa a Jerusalén eran fanáticos que masacraban hasta a los perros en nombre de la cruz. De ellos, quienes se establecen en Medio Oriente adoptan los usos culturales y estéticos de los musulmanes: cuando percibes que los otros viven mejor y más inteligentemente se da una seducción cultural.

A lo mejor la primera generación se opone y da un golpe sobre la mesa, pero la segunda verá las cosas de otra manera y ya la tercera vivirá como ellos. Todo esto está en la prédica del EI. Tienen una tradición cultural muy potente y una gran frustración. No se hacen llamar califato por casualidad.

P ¿Cómo se relaciona con esta realidad un musulmán que quiere competir y ganar de manera ética y pacífica?

R Esa es quizá la pregunta central de este asunto. Esta gente se encuentra con un discurso contra ellos muy fuerte construido en occidente en el que se les acusa de no entender la democracia y donde parece que prácticamente todo lo bueno viene de occidente, desde el derecho al voto hasta la propiedad privada, cuando no es necesariamente así.

Y se les pide lo mismo que al resto de religiones, que vivan la fe como algo privado. Esto es algo muy difícil para alguien criado en países musulmanes: para ellos, el Estado no es más que una estructura que ayuda a cumplir mejor las exigencias de la fe; la comunidad es una hermandad cuyo vértice es la religión. Perder esto es un trauma para ellos. Creo que, en el caso de España, están buscando seguir el modelo de la Iglesia Católica y entrar a negociar con el Estado como una minoría muy consolidada, como un de lobby.

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