El filósofo Ortega y Gasset, entonces diputado de la minoritaria y liberal Agrupación al Servicio de la República, utilizó una metáfora lunar para aludir a Cataluña cuando en el Congreso se debatía la aprobación del Estatut en 1931: "A un lado y otro de ese pueblo infusible (el catalán) se van formando las grandes concentraciones; quiera o no, comprende que no tiene más remedio que sumirse en alguna de ellas: Francia, Italia, España. Y ese pueblo queda en su ruta apresado por la atracción histórica de alguna de esas concentraciones, como, según la actual astronomía, la Luna no es un pedazo de tierra que se escapó al cielo, sino al revés, un cuerpo solitario que transcurría arisco por los espacios y al acercarse a la esfera de atracción de nuestro planeta fue capturado por éste y gira desde entonces acercándose cada vez más a él, hasta que un buen día acabe por caer en el regazo cálido de la Tierra y abrazarse con ella".

¿Estará la Luna (Cataluña) más cerca de la Tierra (España) después de este domingo de urnas de mentira y cargas policiales? La respuesta es tan obvia como evidente es que la moderna astronomía ha inutilizado la metáfora del autor de "España invertebrada": según la NASA, la Luna se aleja de nuestro planeta a razón de 1,5 centímetros por año.

Difícil precisar a qué velocidad media se está distanciando Cataluña ya desde un tiempo anterior a la actual Luna llena del independentismo, fase más reciente de una evolución que desde 1978 estuvo abonada por el proceso de nacionalización de Cataluña que impulsó el pujolismo (a través de la lengua, el clientelismo, el control de los medios de comunicación?) y continuaron sus herederos; por el debilitamiento de las posiciones integradoras de los socialistas (durante décadas un engarce político vital entre Cataluña y el resto de España); por el resurgimiento de ERC y su ADN independentista (las dos veces que en este siglo fue proclamado un estado catalán fue bajo los gobiernos de Francesc Maciá y Lluís Companys, ambos de Eskerra); por la falta de empatía de la derecha española con la cuestión catalana (salvo cuando para el PP fue necesario hablar catalán en la intimidad para aprobar presupuestos) o, más recientemente, por el ascenso de las fuerzas antisistema y su utopía de la República del Mambo.

Distanciamiento asimismo estimulado por un problema sobre el que también en 1931 advirtió Ortega: "Los nacionalismos sólo pueden deprimirse cuando se crea un gran Estado, en el que van bien las cosas, en el que ilusiona embarcarse, porque la fortuna sopla en sus velas. Un Estado en decadencia fomenta los nacionalismos, un Estado en buena ventura los desnutre y los reabsorbe".

Esas y otras posibles causas que se han enumerado son susceptibles de debate, de confrontación. Lo es menos lo que dice la astronomía moderna: que con la Luna más lejos, el eje de rotación de la Tierra oscilaría y la vida estaría amenazada.