A Michael Phelps solo hay un nadador que pueda hacerle sombra: Ryan Lochte. Y a Ryan Lochte, solo hay un rival que le preocupa: Michael Phelps. Es como una pesadilla delante del espejo. Los mejores nadadores del momento, quizás de la historia, coinciden en el tiempo y en las pruebas. Condenados a encontrarse, han diversificado su programa. El de Baltimore se centrará en la mariposa y renunció al 200 libres. Pero los estadounidenses no privarán a los aficionados del emocionante duelo que se espera entre ellos en los 200 y 400 estilos. Lochte lleva cuatro años esperando la revancha. En Pekín 2008, el californiano solo pudo ser tercero en ambas distancias. Fue superado, como podía ser previsible, por su compatriota, pero también por el húngaro Laszlo Cseh -que también puede ser un invitado sorpresa en Londres-. Antes de las finales, había ido a desayunar a una conocida cadena de comida rápida. Una indigestión de hamburguesas fue el motivo de su bajo rendimiento y estas derrotas fueron como un puñal en su orgullo hasta el punto de que decidió dar un giro radical a su vida.

Lochte inició un duro programa de entrenamiento con el único de fin de llegar a 2012 como el mejor. Lo ha conseguido. Ya nadie duda de su potencial. Suplió su carencia de centímetros, sobre todo en envergadura -solo poco más de 180 centímetros por los dos metros de su máximo rival- con masa muscular y desarrolló una técnica insuperable de nado subacuático. El combate cuerpo a cuerpo con Phelps en la superficie está desnivelado así que el objetivo es claro. Apurar al máximo los metros por debajo del agua y hacerlo lo más rápido posible. Esta técnica ya ha dado sus frutos. Sobre todo en 2011. En el Mundial del año pasado Lochte ganó sus dos duelos con Phelps, en 200 libres y 200 estilos. Esta temporada, tras los trials, llegan empatados 1-1: triunfo para el rey en el doble hectómetro; victoria del príncipe en la prueba larga.

En Omaha, parecían jugar al gato y al ratón, mostrando las cartas pero guardándose la jugada maestra. En 200 estilos, la diferencia fue de solo nueve milésimas. Phelps y Lochte se mantuvieron a la par, codo con codo, en casi toda la carrera, con dos parciales para cada uno. El de Baltimore fue mejor en los estilos de mariposa y braza y el californiano, en espalda y crol. Las diferencias fueron mínimas, aunque Phelps pasó por delante en todos los virajes para marcar un tiempo de 1.54.84 y 1.54.93, muy cerca del récord del mundo que posee desde el año pasado Lochte en 1.54.00, única plusmarca mundial batida tras la revolución de los bañadores de poliuretano. La victoria del californiano en 400 estilos fue un poco más clara, con 83 centésimas de margen sobre su rival y con la ligera sensación de que fue controlando a su oponente. Phelps fue de nuevo más rápido en mariposa, pero en espalda y braza el de la Universidad de Florida tomó el mando con autoridad, sin cederlo hasta el final. También se vieron las caras en 200 libres, que fue para Phelps por cinco milésimas, pero el de Baltimore, por sorpresa, renunció a la prueba, que iba a ser, sin duda, la más seguida en los Juegos. Algo así como el 100 metros en atletismo. La ausencia de Phelps tampoco pone en bandeja el oro a Lochte, al que le salen rivales hasta debajo de las piedras. El alemán Paul Bierdermann, tercero en el Mundial y poseedor del récord mundial, y el francés Yannick Agnel, pueden dar la gran sorpresa.