La casa en la que vive el padre de Dani Rivas en Moaña, en el lugar de Ameixoada, era ayer uno de los puntos de encuentro de amigos y familiares del piloto moañés fallecido. José Luis Rivas, que en su juventud fue piloto de motocross, estaba desbordado por tantas muestras de afecto "llegadas de medio mundo" y atendía a los medios de comunicación. "Quiero que todo esto que está pasando sea un homenaje a él y que al menos tenga una gran despedida", contaba ayer, emocionado y conteniendo las lágrimas.

El padre y el resto de la familia estuvieron a punto de acompañarle en su aventura americana, pero al final decidieron quedarse en Galicia. "No sabía cuánto tiempo iba a estar allí y luego aún iba a correr a Indianapolis", cuenta. José Luis vio la carrera de madrugada a través de Internet y nada más ver el terrible accidente en la salida intuyó que algo iba mal. "Lo vi y tuve un mal presentimiento. Son golpes malos, los que nunca quieres que ocurran: un fallo electrónico en la salida porque te pueden coger todos los que vienen por detrás. Me acuerdo de que a Marc Márquez le pasó algo parecido en una carrera de Moto 2, cuando no le entró la marcha y todo el mundo se quedó rezando para que no le atropellasen", cuenta.

Dani Rivas no tuvo esa suerte. Y el fatal accidente de Laguna Seca llegó cuando la fortuna parecía que por fin empezaba a sonreírle. "Se fue para Estados Unidos muy ilusionado. Se iba a quedar para correr en Indianapolis. La temporada en Estados Unidos está a punto de finalizar y todo indicaba que le iban a ofrecer un buen contrato para hacer el año próximo completo", explica José Luis Rivas. "Estaba en un gran momento y sabíamos que era muy rápido", añade.

A Dani Rivas la pasión por el motor y por las dos ruedas le venía en la sangre puesto que su padre fue en su día piloto de motocross y en su domicilio tiene un pequeño box. "Sé que es difícil, pero si quieres ser piloto profesional asumes unos riesgos. Yo lo asumo y sé que él también. Estoy muy orgulloso de él y Dani llegó hasta donde llegó a base de su esfuerzo y trabajo", afirma emocionado su progenitor.

La pérdida de un hijo, sobre todo tan joven, es un dolor por el que ningún padre o madre quiere pasar y probablemente para el que nadie esté preparado. "Estoy muy orgulloso de él. Pierdo a mi hijo, pero pierdo también al mejor amigo que he tenido en esta vida aunque soy su padre. Me gustaría que Dani pensase lo mismo de mí", decía ayer José Luis.

Su hija Lorena tenía previsto viajar ayer mismo a Estados Unidos para los trámites de repatriación y ahora el gran deseo de la familia es que el talentoso joven moañés tenga "la gran despedida que un piloto profesional se merece".