Ya no se puede pensar en el Kia Rio como en un coche pequeño, ideal para moverse exclusivamente por la ciudad. En su última generación estamos ante un pequeño gran coche que no pierde ni un ápice de su efectividad en la urbe, pero que a su vez ofrece las prestaciones y el espacio necesario para poder lanzarse a la carretera sin complejos.

Por fuera no pasan desapercibidas sus mayores dimensiones, acentuadas además por su robusto y atractivo diseño. Pero lo más importantes es que estas sensación se confirma e implementa cuando se accede a su habitáculo. Una vez dentro del Rio nadie diría que está a bordo de un segmento B. La amplitud, calidad de materiales y ajustes, y la tecnología dispuesta en este modelo -la versión de prueba era el tope de gama- son poco comunes en este segmento. Pero esa es precisamente la baza que ha querido jugar la marca coreana con el lanzamiento de este coche: convertirse en el referente de su clase.

Enfrentar al Kia Rio al tráfico de Valencia no suponía un reto para este coche, así que lo llevamos un contexto menos amable para sus características: la autopista. Con él nos fuimos de viaje hasta Barcelona, tres personas y su equipaje, y precisamente en este aspecto llegó la primera sorpresa. Un inusual maletero de 325 litros nos permitió colocar todo nuestro equipaje sin tener que destinar espacio del habitáculo a cargar con bultos, pudiendo dejar libres las cinco plazas disponibles.

Todos los ocupantes disfrutan de un destacado confort, ya que el coche está muy bien insonorizado, cuenta con cómodos asientos y con moderna tecnología de infoentretenimiento que hace más llevadera y agradable la estancia en el vehículo. En el caso del conductor, se suma demás un puesto de mando muy ergonómico que reduce la ftiga al volante. Pero si algo destaca en este aspecto son las sensaciones que transmite el Rio en autopista. Pisa con aplomo por lo que no transmite la inseguridad que despiertan otros modelos de su tamaño a altas velocidades. En ello tiene mucho que ver la calidad de la dirección y los buenos apoyos que ofrece el equilibrado tarado de suspensiones.

En cuanto al rendimiento del motor, el 1.2 gasolina de 85 cv que montaba este Kia es más que suficiente para viajar a los límites legales. Las cinco relaciones del cambio manual están bien escalonadas, por lo que no es necesario jugar demasiado con la palanca si se quiere realizar un adelantamiento, y el coche no va sobrerevolucionado a 120 al utilizar un desarrollo muy largo en la quinta velocidad. Otro aspecto notable es la utilidad de sistemas como el control de crucero y el asistente de mantenimiento de carril, que hacen más placentera y segura la conducción.

Como pez en el agua

Pero no todo iba a ser carretera. Sometimos al Rio a una de las pruebas urbanas más exigentes: el tráfico de la ciudad de Barcelona. Y lo cierto es que la superó con nota. La dulzura y el silencio con los que trabaja el motor y, sobre todo, su facilidad de manejo, hacen de este coche un perfecto aliado para la urbe. Es aquí, y sobre todo en los atascos, donde sale a relucir otra de sus grandes ventajas, el generoso equipamiento en cuanto a conectividad. Como novedad, cuenta con Android Auto y Apple CarPlay para que desde su amplia pantalla principal puedas manejar las aplicaciones de tu móvil como si se tratase del propio teléfono.