Un hombre, un niño, seis corderos y dos perros dieron vida hace 30 años a una de las imágenes más impactantes de la tragedia de Tous. Las aguas enfurecidas del Xúquer rodearon la caseta de campo en la que trabajaban Andreu Mas, de 44 años, y Quini Cristo, que apenas tenía 13. Un helicóptero logró rescatarlos 20 horas después junto a uno de los ocho animales con los que se refugiaban, a menos de 50 metros del cauce del río desbordado, muy cerca de Alzira.

Aquella imagen, captada pocas horas después del desmoronamiento de la presa de Tous, dio la vuelta al mundo. La captó un cámara de Televisión Española desde un helicóptero, sobre la una del mediodía del 21 de octubre de 1982. Fue una de las primeras imágenes que la televisión estatal sirvió de la tragedia, mientras la comarca permanecía aún anegada e incomunicada por las aguas. La estampa de la caseta, convertida en una isla, retrata no sólo la desesperación de Andreu y Quini, que permanecieron casi un día entero en aquel tejado de uralita, sino la incertidumbre que vivieron miles de afectados en las horas más amargas que recuerda la comarca.

Mas -que en aquella época era el secretario de la federación del campo de Comisiones Obreras- y Quini recuerdan una jornada que cambió la historia moderna de la Ribera. Sin quererlo asistieron en primera fila a muchos de los trágicos acontecimientos que se sucedieron aquel día. Desde su improvisado refugio vieron las chispas y el incendio de la estación eléctrica de Alzira al contacto con las aguas, que dejó sin suministro a la comarca; cómo el Xúquer elevaba su nivel hasta los 9.000 metros cúbicos por segundo, cota jamás alcanzada, y a los equipos de rescate que sobrevolaban la comarca en busca de supervivientes arremolinados en los tejados.

Incluso llegaron a comprobar que la fuerza de las aguas daba un giro de 180 grados y regresaba hacia el cauce. Después supieron que la A-7 había actuado como dique de contención y devolvía las aguas hacia Alzira. "Aquello fue tremendo. No se puede olvidar. Estuvimos 20 horas allí. En la foto se ve que el nivel ya ha bajado, pero pasamos la noche con agua hasta las rodillas sobre un techo de uralita y cada vez que te movías o dabas un paso, algo se rompía. En un par de ocasiones nos caímos al agua. Estábamos empapados y hacía mucho frío", recuerda Mas.

El nivel del agua había comenzado a subir la misma mañana del día 20 cuando pueblos como Sumacàrcer o Càrcer ya recibían la primera embestida y el equipo electrógeno preparado para abrir las compuertas de Tous se había quedado sumergido. Toda una premonición de la tragedia que se avecinaba. Un agricultor jubilado les dijo que, como mucho, el agua llegaría a la base de los naranjos. Pero menos de 12 horas después el Xúquer se había engullido aquellos árboles, muchos de ellos centenarios. "Tengo grabado -relata Andreu Mas- un ruido de aquella noche y es el crujir de los árboles que la corriente iba arrancando. Al final, el agua llegó hasta cuatro metros por encima del nivel máximo del cauce y yo aún me pregunto, ¿cómo fue posible aquello?", dice mientras señala el tejado que les salvó la vida.

Él mismo se da respuesta: "La presa estaba abandonada por la Administración. El ingeniero estaba allí en su chalé y no fueron capaces ni de abrir las compuertas y luego el gobernador, Fernández de la riuà [Fernández del Río] le llamaban. Cuando el teniente de la Guardia Civil le dijo que la presa se había venido abajo aún lo acusó de ser un alarmista. Falló todo, fue un desastre y al final, los damnificados hemos sido los grandes olvidados del siglo XX", sostiene.

Recuerdos de un niño

Debajo del agua quedó su sustento familiar: un centenar de animales, entre ovejas, cabras y corderos, de los que sólo se salvaron los ocho que subieron al tejado. Uno se lo llevó Quini en brazos hasta el helicóptero y los otros siete seguían en el mismo sítio cuando Mas volvió a la casa cinco días después. Quini tiene los recuerdos de un niño de 13 años: "Agua y frío sobre todo, pero también del helicóptero. Cuando me subieron llevaba en mis brazos un cordero y recuerdo que el comandante le dijo a Andreu que dejara allí a los animales que primero había que salvar a las personas".

Los rescataron sobre la una del mediodía, pero por la mañana pasaron varios aparatos que no se detuvieron. Y Quini le decía a Andreu que estuviera tranquilo porque sabía hacer señales. "Lo intentó todo, con la ropa que tenía, pero los helicópteros no paraban", evoca Mas 25 años después.

El ex líder sindical recuerda que en una de esas ocasiones en la que un helicóptero se acercó, Quini soltó: "Igual no paran porque saben que somos comunistas", ríe al recordar una tragedia que coincidió en el tiempo con la campaña electoral y la histórica victoria del PSOE en las legislativas de octubre de 1982.

Los días siguientes y con barro en las calles de Alzira, Mas siguió haciendo campaña en favor del PCE. Cuatro juicios después -con dos condenas a ingenieros y al Estado por negligencia- los damnificados han pasado un auténtico calvario.

A Mas le valoraron los daños que el desmoronamiento de la presa provocó en su negocio en tres millones de pesetas, pero sólo le dieron la posibilidad de acogerse a un crédito de un millón, del que tenía que abonar los intereses. Años después estuvieron a punto de embargarle la casa y hasta hace pocos años le reclamaban recibos del Seat 131, que perdió en la riada cuando ni siquiera lo había pagado.

Andreu Mas dice no sentir "nada especial" cuando escucha la palabra Tous, aunque se muestra muy crítico con una Administración "ineficaz". Ambos lamentan la falta de información, la imprevisión, los fallos humanos y los errores en la evacuación. Un cúmulo de adversidades que acabaron por provocar una catástrofe de proporciones históricas.