Hoy es el día en que quiero agradecer y enviar un fuerte abrazo a todas las personas que corren con carros haciendo participar a sus hijos de su amor por el deporte. Avapace Corre es una de esas imágenes visibles de las carreras en la Comunitat Valenciana y me enorgullece tener a esos padres como amigos, son un enorme ejemplo de integridad en estos tiempos que vienen definidos por el saqueo de las cajas, el uso de las tarjetas opacas, los clanes mafiosos como el de los Pujol o la ineptitud reiterada y no disimulada de nuestros políticos.

Mientras hago kilómetros empujando el carro con la esperanza de aportar calidad de vida a mi hijo, soy consciente de que otros gastan con avaricia descarnada el dinero que le han quitado con el recorte de la ley de la Dependencia. Sepan que le correspondía 500 euros por ser una persona dependiente durante las 24 horas del día con una minusvalía reconocida del 85 %, que necesita de un cuidador/padres 24 horas al día, 365 días al año. Tras la puntilla a la ley de la Dependencia asestada por el PP que, recuerden, nunca quiso esta ley aprobada por Zapatero, a Íñigo le corresponde ahora poco más de cien euros. Soy consciente, no por ser periodista, sino por sentido común, de que la diferencia alguien se la está gastando y no precisamente en el colectivo de la discapacidad, uno de los peor tratados en este país. Nuestra situación es la que viven miles de familias en España.

Y este desprecio institucional a la atención asistencial, a la inclusión educativa o a la investigación es lo que hace importante que las carreras cuenten con la presencia de personas con discapacidad haciendo deporte. Siempre lo digo, el deporte nos une y nos hace mejores.

Pero no siempre fue así. Hubo un tiempo, no hace muchos años, en que los carros en carrera molestaban, no eran bien vistos e incluso los reglamentos los prohibían expresamente. Fueron años en que los padres de María Ferré, una niña con síndrome de Rett, comprendieron que debían correr con ella. Su padre, Josele Ferré, que ha hecho popular el eslogan «Yo también empujo el carro», es un icono de las carreras con carro y fue quien convenció a todos de que su hija merecía un sitio en el deporte de las carreras populares. Ha completado innumerables retos con distancias superiores a los 42 km e incluso los organizadores le impidieron entrar en meta después de haber completado un maratón. Todos los beneficios de sus iniciativas solidarias han ido destinadas a la investigación del síndrome de Rett. Es uno de nuestros referentes y desde el Reto Maratón de Levante-EMV nos queremos acordar de quien posiblemente sea la persona clave que ha logrado con su empeño allanar el camino para que nosotros estemos disfrutando ahora de la aventura de correr.

Este fin de semana nos toca a Íñigo y a mI tirada larga: 32 kilómetros, los últimos 16 a 5,50´. Estamos en la fase más exigente de la preparación del maratón. Todas las sesiones son importantes, pero estas últimas semanas hasta el día 16 de noviembre son cruciales. Es el momento de rematar el trabajo bien hecho, es el momento de no desesperar ante las molestias, es el momento de saber que la base de nuestro entrenamiento ya está creada, sólo queda consolidarla y aplicar el ajuste fino que nos haga disfrutar la prueba al cien por cien con todas las garantías de éxito. A estas alturas ya tenemos claro que si preparas adecuadamente el maratón en la carrera pueden pasar dos cosas, pero si no lo preparas, sólo puede pasar una.

La logopeda y la tutora de Íñigo, Dolores Ponz y Lidia Peñarrocha, están dándole vueltas al contenido de las cuadrículas de su tablet para hacerla más operativa y ágil para él. Dispone de muchas plantillas temáticas, pero desde que aprendió a escribir con el teclado qwerty ya no las utiliza y directamente escribe lo que le apetece, le cuesta más pero llega a más matices en el uso del lenguaje. Dolores le preguntó el miércoles que cuál era su deporte favorito y dijo que «correr el maratón con papá». Bueno eso me deja a mí poco margen de error.