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Calzado

La moda del XVIII llega a los pies de la fallera

El calzado de valenciana rememora la época clásica del siglo XVIII. Los antiguos patrones son los que vienen marcando tendencia. Los zapatos cargados de adornos son los preferidos por las clientas. Cada vez hay más modelos, por lo que también hay que tener cuidado con los disparates.

La moda del XVIII llega a los pies de la fallera

Seguramente las mujeres del siglo pasado no tenían tantos problemas a la hora de elegir el calzado. Primero, porque no había tantos modelos y segundo, porque más que ser un complemento era un calzado rudimentario para proteger los pies, no para lucir, sino para utilizar. Los cultivos de esparto y cáñamo en el Mediterráneo permitieron la realización de alpargatas o «espardenyes» en las clases populares.

En ese momento las mujeres ya diferenciaban su calzado con detalles de pasamanería o la veta era de color. Pero la revolución en el calzado no llegaría hasta el siglo XVIII. Las mujeres más adineradas empezaron a interesarse por diseños que venían de Francia y es ahí cuando en los talleres empiezan a fabricar sin descanso. De hecho, se hacía ostentación de ello y el calzado, ademas de perseguir una moda, reflejaba la clase social. «La historia del zapato es común en toda Europa, se solía copiar mucho la moda francesa y posteriormente la inglesa. El calzado valenciano era poco ostentoso. En los inicios de siglo las puntas eran afiladas y cerradas y conforme va entrando el siglo XIX la punta se va matando hasta que aparece la punta más redondeada», asegura Jorge Faubel, responsable de la tienda de indumentaria 1.700.

El siglo XIX fue oscuro en indumentaria, el calzado era más sobrio, sencillo y menos recargado. «En el XVIII los zapatos eran muy historiados, con mucho adornos, pasamanerías lentejuelas que eso se está retomando ahora. Los tejidos eran muy finos, no como son ahora y entonces se solían cargar mucho», explica el modisto.

Existe una gran diversidad de modelos heredados de aquella época, que ahora se reproducen con profusión en la indumentaria fallera. Desde los más adornados con pasamanería, cordones, lazadas, botones forrados en tela, adornados con camafeos, encajes, telas plisadas... Y de diferentes formas: copete, abanico, con hebillas (lisas, cuadradas, redondeadas). Los materiales que se empleaban y con los que se hacen hoy en día son seda, piel, terciopelo o con la misma tela del traje. «Al principio, la planta era igual. No tenía la forma de derecha e izquierda. Hoy en día el calzado que más nos demandan son los abotinados porque resultan más cómodos. El calzado de mujer de siglo dieciocho es el que más solemos hacer porque a las clientas les gusta llevar modelos trabajados y con muchos adornos. Y en el modelo de caballero los más vendidos son el de Chapín y Felipe II», asegura Nerea Sánchez, responsable de la firma Solepiel. Tan solo hay que tener cuidado con los excesos, modelos sin rigor alguno, que algún «creador» puede llegar a convertir en un disparate. Lo mejor, asesorarse por un profesional.

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