La falla Na Jordana mostró ayer el que ha querido ser el secreto mejor guardado de estas fiestas con una «descoberta» como nunca antes se había hecho en Valencia. Detrás de los grandes telones que tapaban el monumento, entre sonido de batucada, billetes de 100 «ERES» y aplausos de cientos de personas, apareció una nueva alegoría del dibujante de Levante-EMV Antonio Ortiz Ortifus relativa esta vez a los bancos y al daño que su mala gestión ha hecho a toda la sociedad. Montando todavía estaban los maestros de los talleres La Torre y Sanz, y al micrófono el presidente de la comisión, Pere Borrego, que justificó este acto en la necesidad de volver a los orígenes de la «plantà».

Con este monumento, Ortifus vuelve al mundo de las fallas 14 años después. Su anterior trabajo lo realizó en el año 2000 para esta misma comisión y antes había hecho otros para Convento Jerusalén (1998) y Blanquerías (1994). Se cumplen precisamente 20 años de aquel recordado monumento y el de ahora, con un formato similar, bien podría ser un homenaje del mismo.

«Es bonito eso del 20 aniversario, pero son fallas que no tienen nada que ver una con otra », precisó Ortifus. «A mí la forma no me importa, me importa mucho más el contenido, y eso es completamente distinto», añadió el autor del monumento, que ayer presidió el acto junto a las falleras mayores.

En esta ocasión, la falla es un montón de bancos de parque que representan a los otros bancos «trepando» sobre el dinero. En la base destaca una alegoría del «Banco Decadencia» y como remate, alcanzando los 17 metros de altura, se ha colocado un «Tirant lo Banc», lema de la falla, pateando una de las supuestas entidades financieras. En total, son 69 viñetas completadas luego con una gloriera perimetral en la que están los bancos menos nocivos.

Según su creador, con este montaje simplemente ha querido «vengarse», vengarse de «aquellos que son nuestros verdugos todo el año». «Nos desahogamos quemando abusos y estafas. De alguna manera, el 95 % de la población ha sido víctima de la mala gestión de los bancos y quemamos simbólicamente esa mala gestión», explica.

El remate, además, es una añoranza, la de un personaje como el Tirant, «muy querido en esta comisión y en toda Valencia», que vengue a los ciudadanos del «saqueo» al que han sido sometidos. «Necesitamos un personaje como éste, que nos represente a todos y que le dé una patada a todo», añade. Para abundar en esta idea, la falla tendrá incluso un buzón en el que los visitantes podrán depositar notas con el banco que quieren quemar para que el día de la «cremà» tengan su simbólica venganza.

El valor de la sorpresa

Y claro, tanta intensidad en el mensaje ni Ortifus ni la comisión querían que «llegara quemada» al día de la «plantà». Ortifus recuerda que él nació en el barrio de Sant Bult y «disfrutaba» cuando una falla le «sorprendía». «Hoy en día, sin embargo, las fallas se ven cuatro meses antes, hay que presentarlas, hay que sacar fotografías y hay que meter las narices en los talleres. Eso para mí es un sacrilegio, no porque no quiera darla a conocer sino porque pienso que es más bonito descubrir la falla el día que se tiene que hacer. Eso son las fallas», explica.

En esto Ortifus agradeció la colaboración de la comisión y de los dos talleres que han hecho el trabajo, a los que elogió también por la perfección con la que ha reproducido su idea, un aspecto en el que ha tenido mucho que ver el escultor Sergio Penades. El propio Pere Borrego, que definió la falla como «una forma de decirle a los bancos públicamente no», quiso explicar a los presentes que el acto de ayer era una forma de «conservar la magia de la plantà», una forma de guardar la sorpresa.