Siempre hay quien llega justo de tiempo a la «mascletà». La de ayer iba dedicada a esas personas. Y es que, como explicó José Caballer, que junto a su hermano Jorge disparaba el decimoquinto espectáculo pirotécnico en la plaza del Ayuntamiento, el original y potente terremoto final estaba pensado para que se escuchara dentro, pero sobre todo, fuera de la misma.

Y el céntrico enclave tiene los metros que tiene, así que por mucho que se apiñaran, muchos fueron los que tuvieron que disfrutar de la «mascletà» desde las calles aledañas. Estas aglomeraciones y las altas temperaturas, superiores a los 25 ºC, causaron lipotimias en 99 personas, que fueron atendidas por los servicios médicos de Cruz Roja. No se recordaba tan alta cifra en mucho tiempo: el mismo día del año pasado fueron 44, por ejemplo.

Bajo gorras y echando mano de refrescos y agua, miles de valencianos y turistas disfrutaron de un disparo potente desde el inicio, pero que aún lo fue más al final. Los 240 kilos de carga reglamentada, casi el tope permitido, ensordecieron el lugar y dejaron para el final un gran sabor de boca.

Así lo consideró también el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, quien confesó que había «vibrado cada víscera» de su cuerpo. «Estoy muy impresionado por la cadencia y el ritmo. Es como una sinfonía de pirotecnia y explosivo que no solo crea ruido sino un espectáculo de olores, vibraciones y sonidos, que los valencianos y los que vienen lo viven en el corazón».

El ministro se refirió a la candidatura española de las Fallas a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco y explicó que «me parece muy racional „que consiga el reconocimiento„ porque es un fenómeno único de la Unión Europea».

En el balcón, que conforme se acerca el día 19 aparece cada vez más abarrotado también, contó con la presencia, además del ministro, de la alcaldesa, los consellers Buch y Llombart, los presidentes del Levante UD y del Celta, Quico Catalán y Carlos Mouriño y la actriz Lola Moltó, Dora en la desaparecida «L´Alqueria Blanca». d