El acto como conmemoración fue extremadamente emotivo. Una auténtico desfile de bandas de color azul que docenas y docenas de niñas, jóvenes y adultas desempolvaron y, en gran parte en muchos de los casos, también los trajes oficiales que lucieron cuando, siendo apenas unas niñas, representaron a la fiesta de la ciudad. Los momentos previos al desfile ya fueron todo un acontecimiento. Mientras esperaban a que arrancara el paso, las falleras intercambiaban anécdotas entre aclamaciones del público.

Abrieron el cortejo las más veteranas. Casi setenta años de intervalo separaban a las primeras que iniciaron el paso por la calle San Vicente. Se fueron desgranado las primeras décadas hasta ir llegando a las de los años 80, 90, y primeros de siglo. La «niña más veterana» fue Concha Ruiz, que fue fallera mayor infantil de Valencia en el año 1947.

Nadie puede negarle a esta reunión su altísimo componente de emotividad. La calle se llenó de gente y el aplauso fue constante. Algunas incluso tendrán ración doble: las que, con el paso de los años, tuvieron la suerte de repetir en la corte mayor.

La entrada a la plaza acabó por desatar la emotividad. Es verdad que habrá que esperar al centenario de la Junta Central Fallera, pero este fin de fiesta, para aquellos que gustan del «falleramayorismo»no tiene precio.

Esta noche será el turno para las falleras mayores de Valencia de las últimas siete décadas y media. Su ofrenda, en lugar de ser ante la imagen de la Mare de Déu dels Desemparats se realizara ante la imagen restaurada de un San José que la JCF conservaba en su edificio desde los años 60, después de una donación de una vecina.