El ingenio y la gracia como dos características de buena parte de la actividad fallera fueron ayer motivo de debate organizado por la federación de fallas que se consideran garantes de estas dos virtudes (la I+G). Pero en estos días, la atención se deriva a la fuerza por lo sucedido en París. Cómo la utilización de personajes públicos o de símbolos puede acabar en tragedia. Y se recordó que eso ya lo han sufrido las fallas y no sólo tan recientemente como fue la falla hindú de Ceramista Ros-Mortes Lerma de 2013. Seguramente, el episodio más célebre fue el acontecido en Na Jordana en el año 1982, cuando una figura del ayatolá Jomeini tuvo que ser tapada tras recibirse en la comisión advertencias o amenazas. O, de una forma bastante menos virulenta, el malestar que supuso una figura de Jesucristo para la falla Reina-Vicente Guillot de 2004, que tuvo que ser retirada, o la de un Juan Pablo II ayudado también por Jesús en García Morato, aunque conforme han pasado los años, la presencia de figuras cristianas, incluyendo a Dios, se han quemado sin problemas.

Lo cierto es que, salvo en una ocasión años atrás, y muy escondida, el profeta Mahoma, o lo más parecido, no ha sido objeto de crítica, sátira o burla. Ayer se hablaba de ese tema y Ferran Martínez, de la comisión de Cronista Beguer i Esteve de Torrent recordaba precisamente eso: «ahora todos somos Charlie, pero aquí se han censurado fallas por asuntos de religión».

El artista fallero Juanjo García, uno de los grandes especialistas en el humor y el ingenio recordó que, de alguna forma, «los propios artistas tendemos a autocensurarnos y evitar algunas críticas o sátiras. Te paras a pensar y dices: "¿para qué?" Si luego, con lo que se paga, las consecuencias no van a valer la pena. El artista acaba por ser correctamente incorrecto. Podemos meternos en líos sin llegar a esos extremos».

Con todo, sí que se prevé que las fallas de 2015 vengan especialmente cargadas. Han aparecido nuevos personajes en el imaginario popular «y en los años electorales, las críticas políticas de multiplican. Pero el artista está obligado a que, con lo que haga, quien lo ve salga satisfecho y no deprimido. Se puede decir lo mismo, pero no salir deprimido» aseguró Juanjo García. Ferran Martínez recordaba, en ese sentido, que «llevamos mucho tiempo viendo fallas muy blancas. Y además, a más dinero invertido, menos mala leche». Joaquín Hernández, de la comisión de Pintor Salvador Abril-Peris y Valero, especializada en presentaciones y teatro apuntó, sin embargo, que «hay veces que la crítica se convierte en insulto, y eso, en las fallas, es quitarse faena. Puede que haya 800 «Ritas», pero a la hora de l verdad, sólo dos o tres deberán ser consideradas ninot de falla. Lo mismo pasará con el pequeño Nicolás o cualquier otro personaje que se incorpore este año».