­Fuencaliente-Lebón es un falla poco estridente. Pasa los años y la vida tranquilamente, con su censo moderado, sus actividades, sus años buenos y sus años menos buenos. Plantan una fallita modesta. Nunca han ganado, pero algún premio han arañado. Tuvieron una niña en la corte infantil en 2003... una existencia tranquila y un grupo familiar que, cumpliendo 34 años este año, ya ha albergado hasta tres generaciones. Y son los más pequeños los que los ponen en el mapa en esta ocasión. La comisión luce una de esas peculiaridades que suceden de vez en vez. Si no tienen la pareja de representantes más joven de la historia, poco les debe faltar. Porque ella cumplirá dos años en fallas y él, uno.

La suya es la historia de dos familias que han crecido en la antigua zona de las fábricas del Gas Lebón. «Las dos familias somos falleros de aquí desde el principio» explica Ana María Fraile, la abuela materna del niño. «Mi hija Jessica fue fallera mayor en las bodas de plata y la madre de la niña es de una edad parecida. Nos conocemos de siempre». Primero nació Laura y el embarazo del que surgiría Xavi se produjo en el típico año en que no hay candidatos al trono de la comisión. Al final, un cónclave entre los progenitores resolvió el problema: serían los dos infantes. «Y así, de alguna forma, también se estimulaba que hubiera actividad para los infantiles». Porque, a pesar de tan tierna edad, la comisión celebró presentación en toda regla en la sala Rosiña». Laurita aún no puede ponerse moños, como es natural a esas edades, pero ambos tienen más de un traje. La niña tiene el día 1 el intercambio de fotos y no faltará a esa cita. Es probable que, aunque sea con un escribiente delegado, María Donderis reciba una de las dedicatorias más curiosas.

Y ahí van ahora por casales y salas de fiesta, donde son, como es fácil imaginar, la atracción. «El niño sube en brazos de su madre. Algunas veces le pilla dormido, claro. La niña ya pasa a veces por su propio pie y, claro, es un espectáculo. Los falleros los cogen... van de mano en mano. Literalmente, se los comen».

Ahora queda otro día especial: la Ofrenda. Saldrán sobre las ocho de la tarde. Irán en cochecito y cuando llegue el momento, entraran en la plaza o en manos de sus padres o, conociendo como se las gastan los que llevan genes falleros, por su propio pie.

Tener unos representantes tan pequeños es, lógicamente, contra natura. Dicho de otra forma, las pobres criaturas se enterarán de poco. Pero hasta eso está previsto: «dentro de unos años, cuando ya sepan lo que es, repetirán y lo serán a la vez».

Lo lógico sería que, unas décadas después, él sea el presidente y ella la fallera mayor.