El próximo 16 de marzo se cumplirá el cuadragésimo aniversario del acuerdo adoptado por la Falla Marqués de Montortal, Conde de Torrefiel y Felipe Rinaldi para declarar como signo identitario al «Cudol», la piedra de varias toneladas de peso que en 1972 cayó del camión que la transportaba al puerto de Valencia y rodando se detuvo cuando chocó con el edificio de la esquina oeste de la calle Conde de Torrefiel.

Recogieron los fragmentos que se rompieron, apartaron el trozo grande a varios metros de las viviendas y como nadie lo reclamó se olvidaron de recogerlo. Posteriormente, cuando reformaron y pavimentaron en toda su amplitud la entonces avenida Onésimo Redondo y actual Doctor Peset Aleixandre, el pedrusco no lo movieron y quedó ubicado en una franja para jardinería hecha ex profeso entre la acera y la calzada.

Sin embargo, cuando en 1995 inauguraron el paso inferior entre las avenidas Doctor Peset Aleixandre y Primado Reig, para evitar el congestionado cruce a nivel con la calle Sagunto y la avenida Constitución, los falleros tuvieron que movilizarse para que no se llevaran su icono, cuya imagen les acompaña a todos los actos, y consiguieron que lo pusieran en la zona ajardinada, donde continua, encima del citado paso inferior. Un «Cudol» al que homenajearon cuando se cumplió el vigésimo aniversario de su adopción, realizada también para protestar contra la desidia municipal, según consta en un retablo cerámico colocado en la pared de la calle Conde de Torrefiel, muy cerca de la esquina a donde llegó la piedra sin causar, afortunadamente, desgracias personales.

Es un signo de identidad de la comisión al que añadieron en marzo de 2001 la «Globotá», su invento para sustituir los fuegos de artificio que no podían pagar al tener que hacen frente a la parte de los gastos que no cubrían los seguros de un accidente pirotécnico ocurrido en 1998. Decidieron sustituir con globos los masclets y comprobaron el buen resultado con las explosiones «in crescendo» a partir del «pinchazo» de comienzo dado por las Falleras Mayor e Infantil, que alcanzó su cenit cuando el día de San José estallaron en pocos minutos más de 4.000 globos.

Había nacido la «Globotá» y con tal éxito, que ellos continúan pinchando globos y su invento se ha generalizado en todo tipo de festejos y actos, Expojove entre ellos, como alternativa a la pólvora en recintos cerrados, donde no hay suficientes distancias de seguridad según la normativa actual, para que puedan participar en el «disparo» los niños o cuando las disponibilidades económicas son escasas. Ahora son numerosas las comisiones que, durante la semana de fallas, organizan este festejo, entretenido tanto en su preparación como en su posterior desarrollo.

La «Globotà» de Montortal-Torrefiel es el 19 de marzo. Este año, tras muchos de ausencia, volverá la pólvora. Será el día 18, pero en su versión reducida: una mini-mascletà, algo que no es peligroso y, por contra, muy divertido.

Pero hay más. Montortal-Torrefiel no olvidará nunca el final de año 2005, cuando los niños de San Ildefonso anunciaban su número como agraciado con el segundo premio de la Lotería de Navidad. Nada menos que 150 millones de euros repartieron a golpe de papeleta. Con los beneficios de aquella lluvia de dinero pudieron comprar e insonorizar un casal en el que caben todos. Porque justo en aquel momento el censo empezaba a aumentar de forma espectacular con motivo del 50 aniversario. No pudo llegar en mejor momento.

La Falla Montortal-Torrefiel fue constituida en 1955, pero es la continuadora de la que hubo como Barrio Ideal-Onésimo Redondo que ya plantaba monumento efímero en 1947. Su censo actual de 550 falleros la sitúa como la cuarta comisión en el escalafón de las más numerosas de la Junta Central Fallera. Y no crecen más porque tienen el cupo cerrado para poder hacerla sostenible.