No hay nada que tema tanto el poder político que la sonrisa, la sorna. Esa es una de las claves de la intención crítica que tendrá la falla de Nou Campanar, esa que ha suscitado todo tipo de comentarios, tanto a favor como en contra, y que se encuentra todavía en proceso de construcción.

Si con un aspecto se contaba, era con su proyección en diferentes ámbitos culturales. Y buena prueba de ello es lo que, desde ayer, sucede a muchos miles de kilómetros de distancia. La falla apenas tiene «modelado». Sí que tiene unas máscaras con esas risotadas, las mismas que se pueden ver en la figura presentada en la Exposición del Ninot y que también rodearán la parte central del monumento. En un juego de interactuación, David Moreno y Miguel Arráiz han llevado más lejos la propuesta y, tal como aseguraba ayer Moreno, «hemos enviado a diferentes artistas modelos de esas máscaras». Y ayer mismo llegaban las primeras imágenes de una buena cantidad de ellas en el Muro de Berlín. También en Valencia han aparecido, especialmente en el centro histórico y en Benimaclet y todavía está previsto que lleguen a otras ciudades europeas «aunque sea después de fallas». Ayer ya aparecieron en uno de los lugares más emblemáticos del mundo en cuanto a arte popular y mensaje.