El caso de Tamara González es plenamente representativo de la tónica imperante en el cargo de fallare mayor de una comisión y, por ende, de la corte de honor. Ya se ha teorizado mucho respecto a ese fenómeno de progresivo «envejecimiento» „quien lo pillara„ del cargo representativo. Dicho de otra forma, las falleras de la corte son mucho más mayores de edad de lo que eran hace, por ejemplo, veinte años. Y aunque la quinta de 2016 rompe un poco esa tendencia al alza „hay bastantes de «veinti pocos» años„, sigue habiendo representación del grupo de edad 25-30.

¿Y porque sucede esto? Por casos como el de Tamara, de 26 años de edad. Antes, la fallera subía al trono al acabar el bachillerato. Ahora es como ella: «preferí esperar a acabar la carrera y ahora las circunstancias me permitían poder ser fallera mayor con más comodidad. Y lo de la corte, igual». Lo que no quiere decir que esta psicóloga titulada esté cruzada de brazos. «Trabajo en el Parque Tecnológico, en la recepción de Ainia (un centro tecnológico) y por las tardes trabajo en terapias de estimulación cognitiva dentro de un programa de la Diputación. Eso me hace estar en cualquier ciudad o población de la provincia. Gandia, Museros, Requena...».

«Me hicieron sufrir de verdad y me encantaría saber por qué me pusieron a mi en ese lugar, pero lo importante es estar dentro. Aunque yo creo que al séptimo nombre ya había perdido la cuenta de cuantas faltaban». A alguien le tiene que tocar todos los años y en esta ocasión fue ella: si hay una lista de trece nombres que se va desgranando uno a uno, alguien tiene que ser la última. Es de una lógica aplastante. Le tocó a ella. «El jurado nos dijo algo de que habían querido alternar nombres€ no sé exactamente el porqué».

Es la mayor de dos hermanos gemelos, como gemelo fue su reinado infantil: en 1996 y 1997. En su primer «reinadito» tuvo de mayor a Laura Chornet, la última adulta de su comisión, Obispo Jaime Pérez-Luis Oliag, que ha pertenecido a la corte de honor. Después, «como no se presentaba nadie, volví a ser. "¿No repetirías?" me preguntaron. Y dije que sí, claro». Conforme fue creciendo pasó por cargos de la falla. «Vicesecretaria, delegada de infa

ntiles€ ahora era la vicepresidenta cuarta, de cultura y protocolo. Me tienen que revocar el cargo porque dudo que ahora pueda hacer mucho».

El que no le revocarán es el cargo por el que se recibe una banda con el escudo de la ciudad. Ese ya es para toda la vida.