Dentro de la notable dispersión geográfica en la corte mayor y en la infantil „la característica que más llamó la atención a bote pronto una vez se leyó el acta„, Andrea Frasquet es la única superviviente de las no pocas candidatas con que contaban las comisiones de la Sección Especial. Esto permite, además, a Exposición-Micer Mascó mantener su particular desfile de bellezas, con seis cortesanas en los últimos once años. Les falta redondear con una fallera mayor de Valencia.

Y cuando no ha sido Exposición, han sido otras: desde que empezó el siglo, tan sólo en 2011 no ha estado representado el grupo de las más monumentalistas, sean «federados» o versos libres. «El jurado nos dijo que no iban a ver mas que chicas, sin importarles ninguna condición ni a favor ni en contra. Algo debieron encontrar en mi». Seguramente un carácter espontáneo y muy expresivo, algo que la distingue a la legua.

De pequeña estuvo en Obispo Jaime Pérez-Luis Oliag „curiosamente, la misma que su ahora compañera de corte Tamara Delgado„, pero viviendo en el barrio de la Exposición acabó allí casi por selección natural. «Lo veía y me volvía loca». No le ha faltado actividad siendo fallera mayor de una comisión que tiene federación de Sección Especial, sector, agrupación, fallas de Alameda-Mestalla... un trajín de vida.

La familia materna es del «cap i casal» y la paterna procede de Gandia. El señor Frasquet no ha dudado en arremangarse cuando ha hecho falta «y no ha dudado en ayudarme a vestirme en muchas ocasiones». Pasional con las fallas como con la danza, donde llegó al octavo grado de la Royal Academy of Dance. No pudo ser fallera mayor infantil porque, «cuando podía serlo habría sido a punto de pasar a mayores, tanto yo como el grupo de amigos. Y yo quería ser fallera mayor. Ya se planteó desde que acabaron las fallas de 2014, aunque me lo mantuvieron en secreto hasta horas antes del nombramiento».

Es una de las más jóvenes del grupo „ 20 años„, pero con las ideas muy claras sobre su futuro. Estudia Nutrición y Farmacia en la Universitat de València. Al principio parecía destinada a la medicina «pero soy una persona que sufre mucho con la gente que lo pasa mal. Pero, a la vez, tengo la vocación de ayudar a la gente, por lo que creo que puedo hacerlo a base de investigar, además de tener una clínica nutricionista cuando acabe». Este curso está especialmente entusiasmada con la idea de «sintetizar medicinas» dentro de ese particular y complicado equilibrio entre el laboratorio y la peineta. «Me considero una persona muy responsable en lo que hago y quisiera perderme lo menos posible».