La proclamación de las falleras mayores de Valencia de 2016, Alicia Moreno y Sofía Soler, tenía como interés añadido ver los términos en los que versaría el discurso del alcalde, Joan Ribó, en su estreno en este cometido. Finalmente, se puede llegar a la rápida conclusión de que fue un discurso muy a la medida del partido al que representa y a los conceptos que, en materia de fallas, suelen predicar. Por consiguiente, fue un discurso diferente al de años anteriores. Y su auténtica valoración llegará con el paso de los años. Es decir, si será capaz de modificar y enriquecer los mensajes en cada ejercicio para no caer en la reiteración.

Así que Ribó habló del concurso de teatro (como en su investidura), de la «vertebración de la sociedad festiva y su capacidad integradora y de cohesión social», definiendo las fallas como «el mayor festival de arte en el espacio público» o de «la pluralidad como camino para asegurar su futuro». Recordó al escritor André Malraux cuando, en el congreso de intelectuales en plena guerra civil, acuñó en Valencia la expresión «la tradición no se hereda, se conquista».

A las falleras mayores las nombró «embajadoras activas de la fiesta». Quizá se hizo un lío de fechas porque anunció que su reinado será muy especial «porque está previsto, en noviembre de 2016, si todo va bien, que la Unesco aprobará la declaración como Patrimonio Inmaterial» aunque, claro ese trofeo lo levantarán sus sucesoras. A ellas les corresponde, en todo caso, ese papel de embajadoras y agitadoras durante un año intenso. Con la corte tuvo el detalle de nombrarlas a todas y destacar sus diferentes extracciones geográficas y pidió a Alicia y Sofía que «cuando acabe vuestro reinado nos hagáis más ricos y más sabios, porque aprenderemos a ver y vivir la fiesta a través de vuestros ojos de joven y niña. Vuestra visión de la fiesta empieza desde hoy a ser también un poco la nuestra».