Tres de los artistas falleros más veteranos y, a la vez, más prestigiosos, se dieron cita anoche en un coloquio organizado con motivo de la exposición conmemorativa del 75 aniversario de la Sección Especial que se puede visitar en El Corte Inglés. En la misma, Miguel Santaeulalia, José Martínez Mollá y Josep Pascual Ibáñez «Pepet» teorizaron sobre las épocas de construcción de fallas.

Sin embargo, una de las afirmaciones más importantes la puso Santaeulalia, referida a las condiciones de trabajo de los talleres. Sobre todo, por una cuestión que ha rondado siempre en el ambiente y que sigue sin estar claro si es realidad o leyenda urbana: si trabajar con poliéster „muy en boga durante los años setenta y ochenta, la de mayor plenitud de estos artistas„ no acabó siendo perjudicial para la salud de esa generación de artistas, y qué ocurre ahora con el material de moda, el «corcho blanco». Y Santaeulalia, que años atrás tuvo graves problemas de salud, fue muy contundente: «Nunca nos hemos cuidado ni hemos tenido la prevención necesaria. Muchos talleres son auténticas "porcateras". Nos sobra bohemia y aquí siempre nos hemos movido por la cuestión económica: ¿cómo le decías a una comisión que si me pagas tanto por la falla, una parte es para mantener limpio el taller? Es la consecuencia de nuestro oficio, en el que ni nosotros somos empresarios ni nuestro clientes son clientes al uso. Así, es muy difícil tener atendidas cuestiones como la sanidad. ¿El poliéster? Siempre se ha dicho que daba la sensación de que la inhalación no debía ser buena, pero no lo sabemos. Te ponías una máscara, que era muy incómoda... y ahora, cuando rascas corcho, viene a pasar lo mismo porque hay mucha partícula en suspensión. Sinceramente, esta dejadez viene desde la edad de piedra de los talleres y si no cambia, vamos por mal camino».

Martínez Mollá aseguró que «yo no me creo lo de la fábula del poliéster, porque a mi me extirparon los riñones, pero me dijeron que fue por el estrés». El debate continuará, seguramente, sin resolver.