Las fallas cumplieron a primera hora de la mañana con un nuevo aviso de que la fiesta ha llegado. Por si no se escuchó lo suficiente la «mascletà» aérea del sábado por la tarde, el alba tronó por el centro de la ciudad al ritmo primero de las bombetas de los niños y después de los «trons de bac» de los adultos.

La «despertà» popular, un festejo que se inventó hace unos años para recuperar una tradición que se estaba perdiendo, reunió a miles de personas que no tuvieron problema en marcarse el ya habitual madrugón para lanzar la pirotecnia facilitada por la organización.

El recorrido por las calles de la Paz, San Vicente y Ayuntamiento quedó alfombrado de cajas vacías, plásticos y paja de arroz junto con los previsibles quemazos en el asfalto, señal inequívoca del paso del artificio pirotécnico más típico de la fiesta fallera, ese para el que, incomprensiblemente, hay que pasar un cursillo siendo el menos peligroso de cuanto se disparan durante el mes de marzo.

A las ocho de la mañana, cuando aún no había llegado toda la comitiva, se disparó una remate de mascletà en el centro de la plaza antes de rematar con el desayuno popular. La larga jornada de domingo ha comenzado al ritmo de la pólvora.