A lo largo del curso 15-16 se ha hablado mucho sobre los enormes problemas económicos que arrastran los talleres falleros, incluyendo los de la Sección Especial. Incluso se ha asegurado que alguno podría tener complicada la continuidad. Eso lo dirá el tiempo, pero lo único que es cierto, en estos momentos, es que la sensación que está dejando la «plantà» es que el trabajo presentado en la calle es excepcional. Buenísimo.

Como «buen trabajo» hay que referirse a una correcta ejecución de acuerdo con los cánones estéticos actuales, porque luego llegan los revisionistas y dicen que lo único que vale es lo totalmente diferente, cuando no lo extravagante. Las fallas más mediáticas, las de Sección Especial, están dejando unas sensaciones muy buenas.

Esto supone, por contra, un drama mucho mayor, ya que la competencia parece igualarse. Por supuesto, poco de lo que se comenta ahora es todavía válido para el veredicto. Sirva el ejemplo de que las tres que ocuparon el podio el año pasado, y que no hay hecho nada que les pueda desplazar de esa lucha, son las que van subiendo más tranquilamente. Aún sin contar esas candidaturas, el ambiente que se palpa en la calle es que son muy buenas fallas. Sube la cotización de Cuba y Sueca, de Na Jordana, Almirante Cadarso, Exposición, Malvarrosa, Mercado Central (estas dos, espectaculares de color)... y se queda a la espera de que Duque de Calabria empiece a destapar (anoche todavía estaba en el suelo) y ver cual es la evolución de Federico Mistral-Murta, el verso libre de este año.

En el resto de categorías también empiezan a vislumbrarse volúmenes. Tanto en la Primera A, donde gran parte está ya en la calle, incluyendo las grandes favoritas (Grabador Esteve y Maestro Gozalbo) y en barrios más modestos, donde se está produciendo el habitual proceso de «escampar las piezas».

Esto es lo que van a ver desde esta tarde, las miles de personas que recorrerán hoy la ciudad viendo las calles y plazas más importantes. Desde hace ya unos años, el monumento fallero está de moda y recorrer la ciudad en grupos organizados se ha convertido en una costumbre. Más aún, llama la atención la creciente costumbre de las comisiones de falla de organizar «autobuses falleros», un poco más adelante.