La falla infantil del ayuntamiento es, por definición, la gran olvidada. Miles de personas pasan por delante suya, pero pocos se paran de verdad más allá de hacerse alguna foto. El trabajo de José Ceballos y Francisco Sanabria da la sensación a veces de ser un exceso de talento desaprovechado. Porque, por ejemplo, fallas como «De Barri en Barri» son una lección plástica de lo que es una ciudad. Necesita bastantes minutos de «rodar» la valla para ir descubriendo cada uno de sus ricos matices y para sonreir no tanto por la gracia que pueda tener „que también la tiene- sino por el ingenio que supone hacer una metáfora de cada uno de los barrios de la ciudad.

Tanto, que seguramente lo más adecuado sería distribuir entre los presentes algún tipo de opúsculo como recuerdo para que, dentro de cuatro días, quede algo más de recuerdo y alguien lo pueda aprovechar, olvidándose de las apreturas de la calle.

Ceballos y Sanabria han humanizado las tramas urbanas. En algunas ocasiones con metáforas. Por ejemplo, Campanar se convierte en la torre de la población (más población que barrio) sonriente, tocando más campanas. Otras son recreaciones y porqués. Que, seguramente, requieren de esa segunda explicación. El barrio de la Trinidad, por ejemplo, es una monja en alusión al convento del mismo nombre. Patraix se simboliza con un señor de alcurnia, que no puede ser otro que el barón. Hay barrios santos, con reproducciones de sus patrocinadores: San Isidro, San Marcelino... y más moderna es la alusión deportiva. Por ejemplo, Mestalla y Orriols se visten de albinegro y azulgrana; mientras que Na Rovella viste a su escultura de la Plaza de la Virgen (es barrio y es una de las acequias) con la camiseta del Valencia Basket. En Corts y Penya-Roja se representan con sus modernidades verticales: la Pantera Rosa y el Parotet. Es sencilla la metáfora de la Ciudad del Artista Fallero, y mucho más ingeniosa la de Nou Moles, que es un presidiario, recordando la antigua cárcel modelo. A su lado, una genialidad: un pedrusco con aura de santo y una cruz de sacrificio no puede ser más que La Roqueta, recordando el martirio de San Vicente. Los dos artistas aseguraban tener un proyecto posible para el año que viene. El tiempo lo dirá.