La lluvia caída ayer en algunos instantes de la tarde de ofrenda provocó, al igual que el año pasado, unos parones que retrasaron la llegada del cortejo, rompiendo de alguna forma la dinámica de estricta puntualidad que está caracterizando los últimos años el festejo. Sirva como ejemplo la primera sesión en la que la comitiva oficial tuvo que estar parada en la calle San Vicente hasta que acabara la calle de la Paz por la enorme rapidez con que se había desarrollado el acto.

Al cierre de esta edición la jornada de ayer ya habían revasado los 50.000 participantes. El grupo de comisiones que precedían a la fallera Alicia Moreno era el que se denomina «grupo largo», con bastantes más participantes que el del día anterior. Con todo, las diferencias siempre son sutiles y al final, con los también casi 50.000 del jueves, la barrera de los 100.000 se volvió a transitar a pesa de tratarse de jornadas laborales.

La aparición de la Fallera Mayor y la corte puso el punto final a un festejo que no pierde fuerza ni siquiera con las inclemencias del tiempo.