Hace ahora doce meses, Nou Campanar quedó en el particular limbo que tienen las comisiones de falla: pueden no plantar un año, e incluso cesar en su actividad, pero disponen de una venia al siguiente ejercicio para reanudar la actividad. Se entregaron el estandarte, los libros de cuentas y actas y todo el material que habían retirado del casal. No tuvo lugar ninguna actividad cultural durante el ejercicio y los falleros se dispersaron. Ahora, doce meses después, la comisión más importante del Siglo XXI camina hacia su disolución definitiva, que se formalizaría dentro de doce meses más, al pasar un segundo año en blanco. Y eso es lo que, aparentemente, va a pasar. De momento, el que fuera último presidente tiene previsto acudir hoy mismo a la sede de la Junta Central Fallera para informarse de si tiene que consignar algún acto administrativo.

Lo que es seguro es que él no abanderará ninguna reactivación de la comisión. «Y dudo que lo haga nadie de los que quedamos porque entiendo que lo sabría. Yo quedé ya muy "quemado" y no creo que nadie vaya a hacerlo». Los falleros que ya lo eran fueron regresando a sus antiguas comisiones, otros se desengañaron y otros han preferido tomarse algún año de «descanso» antes de recuperarle el pulso a la fiesta. En el caso de Platero, el pasado ejercicio regresó a su comisión, Mercado de Castilla, en un momento especialmente emotivo para él: «dejé amigos y familia y los falleros se comportó fantásticamente cuando mi hermano, que era el presidente, falleció repentinamente. Por eso he vuelto».

Cuatro días de espera

Nou Campanar dispone de lo que queda de semana para poder reanudarse, pero sería un auténtico milagro que así sucediera. En caso contrario, la demarcación quedará libre para que otro grupo humano plante en la zona o que Hernández Lázaro-Valle de la Ballestera pidiera ampliar su demarcación como única falla colindante que hay.