­Santiago Calatrava no llegó a plantar su mega torre de telecomunicaciones con la que pretendía completar la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Es un proyecto que aprobó el gobierno socialista de Joan Lerma y que, con el cambio de color en la Generalitat, se convirtió en el Palau de les Arts. Jamás se sabrá si la primera habría superado en polémica a la segunda. El caso es que quedó como proyecto para la historia, como el no menos nonato trío de rascacielos que acompañarían al complejo. Ahora, y más concretamente en el mes de marzo, esa torre se levantará por fin, pero durará sólo unos días y después se le prenderá fuego. Y no será en el Jardín del Turia, sino en la plaza del Ayuntamiento. Porque ese es el proyecto que la comisión delegada eligió como proyecto fallero para 2017.

Una idea con la que su autor, Manolo García, otro giro a su concepto de falla sin abandonar la materia prima, la madera.

«Manolo García te contagia y te gana. Primero tenía un proyecto y le dije que era una locura. Y luego, al ver éste, le dije que era una locura mayor. Pero aquí estamos para hacerla» aseguraba ayer Manuel Algarra, uno de los reconocidos artistas que compondrá las escenas. Pero el protagonista, Manolo García, se lo pasaba en grande explicando no sólo lo que mide este proyecto (40 metros, casi el doble que el artista fallero del pasado mes de marzo) sino, sobre todo, su puesta en escena: el 11 de marzo convocará a doscientas personas uniformadas para subirla «al tombe», es decir, a fuerza. «Va a ser una falla y un espectáculo. Algo que va a traspasar todas las fronteras». Se ha buscado incluso un patrocinador, una cervecera, para, desde las seis de la tarde de ese día, hacer una mega fiesta. «¿Riesgo? No hay ninguno. Hacerme caso. Además, cuando la levantemos „como si de un obelisco egipcio se tratara„, siempre habrá una grúa sosteniéndolo por si acaso. «Aún no hemos empezado y ya tengo 50 personas que quieren participar».

Para cuando acabó la presentación, los hay que salieron con una duda: ¿estará de acuerdo el arquitecto con la falla y con que se reproduzca un proyecto suyo?.

«Están chiflados»

Paco Pellicer y Marisa Falcó son otros dos de los artistas que participan en el proyecto y sus visiones representan lo que, seguro, pasará en la ciudad hasta que la falla tome cuerpo. Pellicer aseguraba que «va a tener crítica, va a ser irónica e icónica». Y Falcó aseguró, refiriéndose a los artistas que lo plantarán, que «están todos chiflados». Ella incluida. Julio Monterrubio, Manolo Martín y el hijo de Manolo García completan el equipo.

Los artistas «invitados» harán la parte escultórica: si la falla va 40 metros en vertical, tendrá 20 metros en horizontal y será una cabalgata en la que se ironizará con las «trabas» (De «Ca-la-Trava»). Por ejemplo, la primera será la policía local a caballo, pero a caballo de madera por aquello de la nueva normativa animalista del ayuntamiento. Así se espera meter carga crítica y que sea plural. Pere Fuset aseguraba que «va a haber para todos».

El concejal sabe que se juega mucho con este proyecto en el que el vertido de comentarios „seguro que poco moderadas, tanto en el elogio como en la crítica„ será constante. Son dos fallas que van a tener que ganarse el cariño general con el paso del tiempo.

Fuset defendía el proyecto por su carácter crítico: «esta falla es una anomalía respecto a lo que se ha plantado en anteriores ocasiones. Se han puesto sobre la plaza verdaderas obras de arte, es cierto, pero que no tenían crítica, les faltaba ese espíritu que debe tener una falla: que hablara. Si una falla no habla, no es falla».

El nuevo equipo del ayuntamiento ya tiene lo que quería, en cualquiera de los casos: dos fallas de estéticas diferentes, dos expresiones artísticas innovadoras (si como innovación se entiende lo no habitual) y, sin duda, dos fallas de las que se hablará mucho antes, durante y después. Y es que las apuestas diferentes tienen eso para bien y para mal. Han pasado 62 años desde que Salvador Dalí diseñó un monumento y sigue provocando más comentarios que gran parte de las fallas de los últimos tiempos, proyecto que eran equivalentes a fallas de Sección Especial, pero despojadas del valor de la competitividad.

Un cañón de 500 metros de luz

La mente de Manolo García no para. De hecho, tiene previsto instalar tres cañones de luz que se elevarían 500 metros de altura y que podrían ser vistos, de esta manera, en muchos kilómetros a la redonda, por no decir en toda la comarca y mucho más lejos desde el aire. Y refiriéndose a la «cremà» aseguró que será «única por supuesto. Y limpia porque todo es madera».