Ana María Juan se apuntó a la falla arrastrada por su hermana Esther. «Es bastante más mayor que yo: tiene 42 años y como mi madre faltó siendo yo muy pequeña, es la que me ha criado». No ha sido la suya una vida siempre fácil. «Mi hermano falleció hace siete años en un accidente de tráfico», pero ella no se quita la sonrisa ni la ilusión por hacer cosas. «Fui fallera mayor infantil en 2000 y no pasé la preselección. Luego repetí al año siguiente, pero ahí no me presenté. Sabía que volver en mayores era cuestión de tiempo. Y me llegó ya el momento». Y con la satisfacción de poder pagárselo ella. «Soy administrativa en Obremo, una empresa de telecomunicaciones y telefonía en Patraix. Entré hace ocho años para cubrir una baja de maternidad y allí me quedé»

Su año ha sido también muy especial porque ha traspasado la historia de amor «el torero-la folclórica» al ámbito fallero: «la fallera mayor-el artista fallero». «La verdad es que sí: mi novio es el artista Ernesto Cimas. Mi año ha sido fantástico como fallera mayor y, además, me he llevado este "regalo". Y las cosas nos salieron muy bien: mejor ninot de sección y tercer premio». En la falla está de delegada de femeninas «somos gente joven y organizamos lo que sea con tal de sacar dinero para la falla. ¡Hay que darle movimiento!». Sus reinados han estado rodeados de un mismo apellido: su presidente infantil en 2000 fue Jorge Valldecabres. En 2001, el presidente adulto fue su padre, Toni Valldecabres. Y en 2016, el presidente fue otro hijo de éste: Sergio Valldecabres.

Si no saliera elegida, está dispuesta a hacer «trabajo social»: «No tenemos fallera mayor en la comisión. Si no sale ninguna ya me he comprometido a acudir a los actos que sea necesario para que la falla tenga representación. Pero no quiero ni proclamación ni presentación. Lo haré porque la falla esté presente».