Si se le pregunta a Carla Cháfer, la contestación es rápida: «¿Que si me gustan las fallas? Paso con eso todo el tiempo que no dedico al trabajo. Me encanta todo: ir a actos aunque no sea yo la fallera mayor. Me gusta ir a acompañar a la que es a comprar las telas, ir a presentaciones para acompañarla... ahora, ser yo fallera mayor era el sueño que tenía y porque había una promesa por cumplir».

Ésta es la siguiente: «mi madre y Alicia Piquer, que había sido de la corte en 1996, eran muy amigas. Cuando nació la hija de ésta, Marta, yo tenía diez años y ya en la visita que le hicimos al hospital acordamos que ambas seríamos falleras mayores a la vez. Pasaron los años y esto se cumplió. Y ahora, además, las dos estamos en la final: ella en la infantil y yo en la mayor. ¡Como para no estar ilusionados!». Carla tenía que ser de Ramón de Rocafull-Conde de Alaquàs, la falla del barrio Llamosí. «Mi padre es fundador de la falla. Luego apuntó a mi madre y ahora ella es la más fallera. Lógicamente, lo primero que hicieron fue apuntarme».

Trabaja como enfermera con el ginecólgo Ángel Blanes, viviendo el milagro de la vida. «Es un trabajo muy bonito. Yo estoy hasta que se monitoriza a la madre. De alguna forma, ves los bebés y los consideras en parte "tuyos". También pasas malos momentos, cuando las cosas no van bien. Es un trabajo muy emotivo, con muchas lágrimas, afortunadamente muchas de alegría».

Si se asoma un poco al descampado donde plantan la carpa, ve las fincas donde vive Alicia Moreno, al otro lado de la avenida de Tarongers. «La conocía porque, en el cambio de falleras mayores del sector, las entrantes y las salientes nos juntamos. De verdad... me lo esperaba que saliera».