Normalmente, quien es de la falla del Pilar lo es toda la vida y mucho más allá. Auténticos árboles genealógicos de hasta cuatro generaciones. Como el caso de Clara, que se remonta a su abuelo. «Fue uno de los fundadores: Enrique Romero Tonda. A partir de ahí, toda mi familia lo es».

Con 22 años, Clara pertenece a lo que estaba siendo una «generación perdida» hasta que la historia volvió a la normalidad: «a pesar de ser de esta comisión, no había conocido lo que era ganar el primer premio de Especial. Los últimos triunfos habían sido siendo yo muy niña. Hasta que ganamos los dos años seguidos recientes». Algo que suena rarísimo en las seis décadas de la actual comisión, siempre sazonados por los triunfos. Ella, sin embargo, no tuvo suerte y se fue a mitad tabla en su año de fallera mayor, el pasado mes de marzo. A cambio, sí que ha pillado de lleno los años grandes de la comisión como especialista en presentaciones. «He participado desde que empezamos y he vivido los buenos momentos. Bueno, salvo éste, que lógicamente tenía otro papel».

«No fui infantil. No lo veíamos claro y me plantearon o seguir haciendo la carrera de ballet o lo de fallera. Me quedé con lo primero. Así, mi año de mayor ha valido por dos. Ya pensé en ser en 2015, perwo por los estudios me venía mejor y nos pusimos de acuerdo las que teníamos intención de serlo».

Ahora ha acabado derecho. «Tenía claro lo que quería estudiar desde niña. Siempre me habían gustado las historias de tribunales que ves en la televisión. Si: luego sabes que no tiene nada que ver con la realidad, pero es por vocación. Haré el master de acceso a abogacía, pero no descarto la judicatura». El ballet infantil quedó atrás y también «una especialidad poco conocida, como es la danza acrobática».