Después de maestras, el sector laboral más extendido entre las 72 preseleccionadas es el de enfermeras o auxiliares. Laura Alonso está en ello. Pasa el verano trabajando en una clínica de diálisis «y acabando el master, también de diálisis». En invierno también lo hace en La Salud y durante el año de fallera mayor, el vigente, aprobó el EIR „el examen para Enfermero Interno Residente„ «pero no salió plaza. Quisiera tener más claro el futuro laboral. Es algo que me preocupa».

Un trajín que le ha servido, pasando a la versión fallera, a aprender «a vestirme muy rápidamente». A cambio, tiene mucho trabajo encomendado en su falla. «Soy secretaria de la falla, he sido delegada de júniors, llevar las presentaciones y los bailes, los play backs€ las fallas son mi forma de vivir y no me preocupa para nada ir las veces que sea necesario a llevar papeles a la Junta Central Fallera». Se apuntó a la falla por agotamiento. «Mis amigas eran falleras y me pasaba el día diciéndoselo. Aunque no lo era, me vestía todos los años, pero entré con ocho años». Peris y Valero-Cuba tuvo muchas cortesanas en los primeros años, pero en las últimas épocas sólo tiene a Virginia Yagüe, de 2010. Laura intentará mejorar la media de los últimos tiempos.

Su nombramiento como fallare mayor es un reflejo del presente y una lección de solidaridad. «Iba a ser en 2011, con 21 años, pero mi padre se quedó en el paro y entendí que no era el momento». En la falla hay lista y el tema se ponía complicado. «Pero fue una sorpresa que me dieron mis padres. Una chica que le tocaba se iba de Erasmus y me dijeron que estaban en deuda conmigo. Aunque yo haya ayudado con lo que gano, el reinado ha sido un regalo de ellos». Hay muchos apegos familiares, porque, por ejemplo, su padre «siempre me pone la banda cuando voy a empezar la ofrenda. Y este año, él que nunca se viste, hizo la ofrenda conmigo».