Triunfadores en muchos otros aspectos de la fiesta, a San Marcelino se le resiste la corte de honor. Tanto, que faltan a la cita desde el año 1986. Arantxa Martín es su finalista este año y, por lo menos, por tablas no será. «Soy la delegada de teatro de la comisión. Es decir, la que sirve de nexo con la comisión: encargar decorados, hacer comunicados, ir a las reuniones y sorteos en la Junta Central Fallera... pero también he sido actriz. He llegado a estar nominada ya en mayores». Por ejemplo, en una curiosa nominación doble a actriz de reparto a ella y a otra Arantxa de su comisión, Muñoz, por un papel doble de secretarias.

Su presencia como candidata sirve también para anunciar una primicia: los «marcelinos» participarán este año también en presentación de adultos, donde sin duda meterán presión a los habituales en estos menesteres.

Si tiene 28 años y fue fallera mayor infantil en 2002, echen la resta y saltará a la vista que para la corte pequeña era demasiado grande: ya tenía 13 años para 14. «Me apuntó mi tío con tres años y detrás vinieron todos: mi hermano y mis padres. Este año he sido fallera mayor porque quería repetir la experiencia de niña. Va por antigüedad y con 28 años ya me tocaba». No se despega del barrio ni en el trabajo en la librería Helene. Para el futuro piensa en las oposiciones, una vez completada la carrera y el master de psicología.

La alianza en el dedo delata su estado civil. «A la hora de inscribirme para la elección de fallera mayor no tuve que plantear en casa si me presentaba o no. Fue él quien me insistía en saber si ya había presentado los papeles. Ha sido un pilar básico este año: mi asesor, mi chófer, el que más ha llorado...».