Hay fallas en las que determinados apellidos son, por historia y por extensión, una auténtica marca. En Joaquín Costa-Conde Altea, por ejemplo, están los Añón, con el legendario Vicente y las ocho hermanas de tercera generación. Pero también están los Novoa. Una Añón, Merche, es la única fallera que ha estado en la corte perteneciendo a esta comisión. Y una Novoa, Lidia, trata de ser la siguiente, que ya va siendo hora: «¡Somos la comisión que menos hemos tenido en la corte de todas las del sector!».

También su abuelo, Manuel Novoa, fue presidente en dos épocas en los años sesenta y setenta y tanto la madre de Lidia como el resto de la familia han reinado. «mi hermana fue fallera mayor cuando yo fui infantil y ahora mi sobrina lo ha sido siendo yo adulta. Los Novoa estamos igual en el casal que en el camping de Benicàssim, donde te ves a media falla. Cuando ves un vídeo antiguo no haces más que ver gente que conoces de toda la vida. Familiares y no familiares. Es lo bueno que tiene ese carácter de vivir todos en el casal: al presidente infantil que ha acompañado a mi sobrina lo he visto crecer, a ella... los veía y me acordaba de mi misma siendo infantil. He sido fallera mayor y he sido tía caldosa». La noche de julio, sin embargo, sólo apareció su nombre. «Lo importante es cómo nos apoyaron y cómo nos aplaudieron en la falla».

Versatilidad de miras. Ha estudiado comercio y marketing, pero después hizo auxiliar de veterinaria y peluquería canina. Pero trabajar, lo que se dice trabajar para echar una mano, lo hace en un restaurante. «Quiero ahorrar para montar mi propia peluquería canina». Animalista confesa. «Tengo dos perros, un agaporni (un pájaro parecido a un periquito) que dice su nombre y un conejo que se llama Bonifacio».