Hay falleras que se lo piensan, se lo piensan y se lo vuelven a pensar. María Casas se enroló en el mercado laboral y vivió entre dudas. «Llevaba años pensando en ser fallera mayor, pero nunca me decidía. Ahora ya tenía suficiente edad, tenía trabajo... pero esperé a tener el visto bueno de mis padres». Y ha reinado en Poeta Alberola-Totana con 31 años. «Me presenté cuando ya se acababa el plazo... aunque más o menos se lo esperaban en la falla». Así salda su particular deuda con el trono totanero, ese que también quiso de infantiles «pero que al final no fui».

Y con su candidatura, la comisión tratará de recuperar el pulso cortesano. Durante muchos años fue la comisión líder absoluta en la materia. Pero ahora llevan desde 2004 sin ver pasar el coche oficial por el barrio. «Tuvimos preseleccionada el año anterior, pero no tuvimos suerte. Les dije que confiaran en mí y la verdad es que hubo mucha felicidad. Pero aún me queda camino». Sería el premio también para una fallera del barrio sin duda, tanto que «desde el balcón de mi casa se ve la falla». Lo celebrarían en el barrio y en Valverde del Júcar, el pueblo de su padre, a donde «siempre que puedo hago una escapada».

Tiene la suerte, además, de tener una situación laboral bastante estable. Trabaja de contable en una asesoría auditoría de Paterna. «Estudié Empresariales y el grado de Finanzas y Contabilidad». Empecé haciendo prácticas con ellos y me quedé. Llevo ya más de dos años. Es la menor de cuatro hermanos «dos chicos y dos chicas» y desprende optimismo. «Me gusta siempre hacer sonreír a la gente, incluso aunque yo no esté con ganas».