Con debates enconados, reprobaciones, cruce de comunicados e intercambio de reproches, de lo poco cierto es que la reputación de las fallas en su capacidad organizativa y de consenso están en juego. Tanto, que la asamblea de presidentes de esta noche es, posiblemente, la mayor prueba de madurez que se le pide a la misma en los últimos años. Y es por eso que, desde hace días, las partes en litigio —los denunciantes y los denunciados— y mediadores pertenecientes al mundo de las fallas trabajan para tratar de llegar a un acuerdo y evitar que dicha reunión sea una demostración de desencuentro irreconciliable.

Hay que recordar que, más allá de otras cuestiones previsibles en el orden del día, como la Clasificación de Fallas, se incluye un punto que es la «Moción de Reprobación», un acto intrínsecamente grave que está propiciado por la recogida de firmas de la cantidad exigible para ello —un mínimo del diez por ciento del censo—, relacionada tanto con las Normas de Protocolo de falleras mayores y cortes de honor como con los versos del Libro Fallero, al considerar en ambos casos que se vulnera la soberanía de la asamblea de presidentes.

En los últimos días, y mientras se producía el cruce de comunicados —de la Junta Central Fallera, de los ex presidentes y secretarios generales, de falleras mayores de Valencia...—, se ha estado negociando lo más discretamente posible para tratar de llegar a un acuerdo y que la reunión de hoy no sea una tragedia. Al cierre de esta edición se había convocado una nueva reunión entre los agentes implicados en el tema para tratar de llegar a ese acuerdo.

Talantes de diferente tipo

La moción contra Pere Fuset y su directiva está promovida desde los sectores críticos con el equipo de gobierno fallero y, por ende, municipal. Hay tanto personas que tienen significación política —simpatizantes desde el PP a partidos valencianistas desafectos a Compromís— como los que son, simplemente, críticos en clave fallera, entre los que también está la corriente «independentista», que aprovecha estos desencuentros para abogar por la desvinculación de la Junta Central Fallera del gobierno municipal. Dentro de estos sectores hay diferentes talantes: los que buscan el enfrentamiento y los que verían con buenos ojos un consenso, habida cuenta de la magnitud que ha tomado el tema.

También está el ente civil fallero por definición, la Interagrupación, donde también hay sensibilidades contrapuestas, desde las críticas a las conciliadoras. Y también los «no alineados»: gente con peso específico y ascendencia en el mundo fallero, partidarios del acuerdo. De la misma manera que en el entorno del concejal de fiestas también hay diferentes sensibilidades sobre los temas en litigio, desde la firmeza al carácter dialogante.

La cuestión del protocolo de las falleras mayores podría quedar solventado con cierta facilidad si, simplemente, se ratifica la anulación de las normas que se hicieron firmar a las falleras elegidas y se conmina a crear una comisión que redacte las «Condiciones Generales» mínimas que se requieren en contratos tan especiales como supone estar un año al servicio de la ciudad.

En lo tocante a los versos, la oferta que hay sobre la mesa es la de un concurso público —en el que se solicita simplemente que la poesía se haga «en lengua valenciana» —, con dotación económica, y en la que el concejal invitó a Lo Rat Penat a formar parte del jurado. La reprobación reclama repetir la fórmula del año pasado: que los haga el autor o autora que ganó el concurso de Lo Rat Penat del pasado mes de marzo.

Hubo silencio en octubre

Lo curioso es que ambos temas «vuelven» a la asamblea, puesto que ambos fueron tratados el pasado mes de octubre y pasaron sin un especial eco. La convocatoria del concurso de poesía se saldó con un silencio general, mientras que las normas de protocolo provocaron un debate entre un presidente de falla y la mesa, sin que nadie más tomara partido sobre la procedencia o la improcedencia del contenido.